Chuchos y bejaranos, ganones
El acuerdo derivó en una comida en la que unos y otros presentaron sus listas y las opciones de arreglo que, hasta donde se sabe, podrían haber logrado una salida no oficial, es decir, al margen de las instancias creadas por ese partido para resolver el conflicto, y como lo que menos importa es si se tienen buenos candidatos, y de lo que se trata es de repartir el territorio, pues parece que ya se tiene un acuerdo que se presentaría oficialmente el próximo viernes.
Quienes están al tanto de las porquerías que se ha acumulado en los últimos días en el PRD aseguran que Nueva Izquierda mantiene su amenaza de llevar hasta las instancias nacionales la problemática del Distrito Federal, y allí hacer gravitar su mayoría para sacar una tajada mayor de la que se propone ahora como acuerdo.
Y tal vez sí, tal vez ya exista un acuerdo en el que las tribus con menos guerreros queden excluidas de la repartición, y con muy poca fuerza para reclamar algo más de lo que les dejen, lo que en términos reales podría derivar en una rebelión que en nada ayudaría al esfuerzo que a escala nacional se realiza para la campaña presidencial.
Por lo pronto, queda muy claro que no es posible que en el Partido de la Revolución Democrática las cosas puedan ser limpias y transparentes, y que el operador más importante de Marcelo Ebrard, en este caso Héctor Serrano, fue incapaz de crear las instancias de diálogo justo que rompieran con los bloques de poder y llevaran a cada uno de los puestos en juego a quienes estuvieran mejor posicionados entre la población, y no a los servidores de los jefes tribales.
Esa es la historia que ahora tiene públicamente congeladas, y desmanteladas, las instancias formales de conciliación partidista, y abren los espacios para los acuerdos fuera de la vista de la militancia que sólo pretenden conciliar intereses sin tener en cuenta cuáles pueden ser los resultados de la opinión de los electores.
Decirlo una vez más parece ya lugar común, pero es necesario repetirlo. El PRD ya no da para más y pone en riesgo constante la permanencia de la izquierda en el gobierno de la ciudad de México, que es su mejor bastión, su único bastión. Por lo pronto, es cierto, no hay una opción para la militancia de la izquierda que pudiera sustituir al PRD, pero cada vez es más claro que la organización ya no representa la esperanza que se levantó alguna vez a partir de las líneas de gobierno de la misma izquierda. Ni hablar.
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