Banamex le autoriza a mi padre, después de muerto, un crédito personal
Mar Morales
Como
si fuera una historia de terror, muy acorde a los días pasados, mi mamá
me dio la noticia que a mi padre le llegó una línea de crédito
autorizada. La cantidad: treinta nueve mil pesitos que podía ir a
disponer en el momento que quisiera. Muy oportunos los señores de
Banamex, nomás que había que recordarles que mi papá hace casi tres años
que falleció.
Lo
curioso es que, a la semana de haber perdido a mi papi, nos dirigimos a
la sucursal a cancelar todos sus créditos. Mucho he contado esa
historia y los trámites que hay que seguir para reportar ante el banco
un deceso. Sin embargo en este país de nunca jamás ocurre todo, como que
tus datos personales anden volando por todos lados y que no te dejen en
paz ni después de muerto.
Las
cuentas de mi padre siempre estuvieron perfectas, fue un cliente
ejemplar y por eso donde se paraba a solicitar un crédito se le
otorgaba. No vayan a pensar que eso de ser deudor es genético, él
siempre cumplió con todo hasta el último momento. Por eso es que hasta
en el más allá quieren que siga siendo su cliente.
Como
no suelo quedarme callada ni quieta, y me gusta meter las narices donde
nadie me llama, tomé el teléfono y llamé al banco para preguntar cómo
podían otorgarle un crédito a una persona fallecida y cuyas cuentas
fueron canceladas en tiempo y forma. Para seguir con las sorpresas el
señorito que me atendió, que no tenía ni la más mínima idea de lo que le
hablaba, me dijo que en efecto, las cuentas estaban canceladas pero que
había un crédito autorizado a nombre de mi padre. Vaya. Por supuesto,
después de exclamar, al mero estilo de la ex señora de Mijares, el
tristemente clásico ¿yyyyy? le insistí que me dijera cómo podía suceder
una cosa así. No supo responder. Lo cierto es que el caso que les
cuento nos es único en el mundo: las historias de cobranza a los muertos
o el autorizarle un crédito a una persona fallecida no es algo nuevo.
Pero si es molesto y muy preocupante que tu información personal ande de
boca en boca y que no sabemos con qué fines perversos pueda ser
utilizada.
De
esa manera, así como Banamex le otorgó un crédito a quien ni lo
solicitó, que ya falleció y que por ende sus cuentas ya no existen,
podemos encontrarnos con cualquier barbaridad. Hace tres meses, más o
menos, me tocó que me llamaron de una asociación vecinal, para requerir
mi presencia de forma "urgente" en una asamblea, ya que mis
"colaboraciones" en las reuniones anteriores habían sido maravillosas.
Pero no vayan a creer que era una reunión de vecinos del edificio, donde
por cierto, no sé ni cómo se llama el señor que vive en el departamento
de junto. No, se trataba de una reunión con el jefe de la colonia,
cuyo nombre supe en ese momento y que, por supuesto, jamás en mi vida
había visto. No supe cómo obtuvieron mi información, ya que ni el número
telefónico de casa está a mi nombre. Obvio, nunca fui a la mentada
reunión. Así que o tuve un desdoblamiento, o alguien usó mis datos sin
mi consentimiento. Nunca lo supe, y seguro nunca lo sabré.
Así
las cosas en este país tus datos andan en la canasta del mercado de
cualquier persona, lo cual es sumamente peligroso. Y respecto a los
banquitos busca-clientes aun después de muertos, deberían ser más
precavidos en el manejo de su información. Imagínense nomás que al rato
tenga mi santa madre a los cobradores encima porque los créditos de mi
papá resucitaron de forma inesperada y muy oportuna para algún malandrín
que desee servirse con la cuchara grande y usar ese crédito a nombre de
él. Espero que ni se les ocurra, porque primero, nadie les va a pagar, y
segundo, tendrán que escuchar mi lenguaje coloquial. Por lo pronto, el
banco ya está enterado de su tarugada. A ver qué hacen....
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