lunes, 10 de octubre de 2011

Dejen de estar chingando con la reelección

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Baratita

María Teresa Jardí

La cadena perpetua no es la solución para el combate a la delincuencia. Como no lo es la pena de muerte que aquí de facto se aplica. La solución es la prevención. La solución es la educación. La solución está en las dignas condiciones de vida que el gobierno debe propiciar para todos los que gobierna. Cuando gobierna, claro. En México hace varios sexenios que se desgobierna ya sin sentido de la mesura y los últimos panistas en manos de la derecha panista han sido los de la implantación del terror para desmovilizar a la sociedad con el horror.

A la clase política no le interesan las soluciones. La prevención combate la corrupción y la educación la impide. Mientras que condiciones de vida dignas alejan la tentación de delinquir. Pero en México lo que hoy impera es la corrupción establecida como regla.

Las instituciones debidamente desarmadas en su estructura ética, hoy obedecen a un usurpador y desoyen al pueblo que no acepta la reelección porque no se siente representado por los legisladores a modo de sus propios intereses, los partidos juegan a lo electorero, porque es lo único que ya les queda.

Conservando algún rasgo del manejo político que por años ejercieron los priístas —- aunque el PRI está siendo golpeado de mala manera por la guerra sucia que el PAN también aplica en su contra —- juega a que no a la reelección sin condiciones, para lograr que se apruebe la misma, porque ellos también quisieran la reelección, sin nunca reformar de fondo, discutiendo leyes lo mejor posible para que dejen de una puta vez de ser “perfectibles”. Con el cuento de lo “posible” han logrado convertir la legislación mexicana “perfectible” para cuando el mundo ya no exista.

No se legisla fijando controles para que a partir de 2012 no sean de plano los narcos los que ocupen las candidaturas, que luego les propiciaran los cargos de la elección que se avecina. Incluso narcos impuestos por la telebasura, que también es obvio que tiene a sus favoritos, como quedan claros los favoritos de los panistas. Y cuando se alcanza algo mínimo, vía el IFE, igual de acabado que el resto de instituciones, como el obligar a los medios masivos a pasar los promocionales de respuesta en tiempos razonables, ahí está la Corte a modo, surgida de un golpe de Estado, para dar marcha atrás al gusto de los poderes fácticos, dueños también de los casinos y otras formas de juego con las que también timan a la incauta sociedad, antes deseducada a modo.

Somos una sociedad a la que se le ha ejecutado también la capacidad de pensar por misma, que no alcanza a atinar por dónde puede ayudar al cambio de lo impuesto. De ahí que AMLO se alce como la única figura que, incluso al mundo empieza a interesar que se convierta en la cabeza, por aquello de que, al mundo responsable también de lo que aquí ocurre, lo joden los complejos de culpa y siempre es mejor fingir que no existe, eligiendo al que genera la esperanza, lo que desde el exterior se promueve como condena final a un pueblo que merecía mejor suerte.

El sábado hice una visita a un pueblo del Estado de Morelos y me tocó una redada contra los pobres que venden lo que pueden los sábados en un mercadito (de los que se conocen como tianguis, al menos en el centro de la república). La maquinaría del Estado contra los pobres, convertidos en pobres por los políticos a modo que reciben las órdenes del extranjero.

Ayer domingo, cuando escribo mi colaboración de hoy, al abrir el POR ESTO! me entero, como se habrán enterado ustedes, de que en Colima el Congreso del Estado ha aprobado una modificación a su código penal para tipificar y castigar el delito de desaparición forzada de personas, medio mezclándolo con el delito de secuestro, por lo que se alcanza a entender de la pequeña nota informativa, imponiendo como sanción máxima la de cuarenta años. Bajando considerablemente la pena a quince años, si el delito es cometido por un particular. Desde muchos años atrás la desaparición forzada de personas está considerada por las Naciones Unidas como un delito de lesa humanidad. Quince años son muchos y cuarenta una barbaridad. Pero si un delito que, además en general, por no decir que siempre o casi siempre, se comete por los cuerpos policiacos, militares y paramilitares, merece ser sancionado con cadena perpetua sin duda es el de desaparecer forzadamente a una persona.

Baratita la pena consignada en el Código de Colima. Establecida para mejor dejar libres, vía los beneficios acordes, a los desaparecedores de personas, en el supuesto improbable de que alguno, que realmente lo sea, pise la cárcel acusado por ese delito, que resultará también muy útil para llenar de pobres los centros de reclusión que como estampitas se construyen para lograr que el país entero se convierta en cárcel para los pobres, que no alcancen a ser limpiados. Ya empiezan a ser demasiados cadáveres.

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