¡¡Exijamos lo Imposible!!
Revolución mundial Vs. avaricia neoliberal
Satiricosas
Manú Dornbierer
Están circulando en Internet las fotos de un Rockefeller y de un Rothschild y se dice que si estos dos individuos hoy decidieran compartir sus haberes con 6 mil millones de terrícolas NOS TOCARÍA A CADA UNO 3 MILLONES DE DÓLARES. De ese tamaño es su aberrante fortuna (y hay otras peores) en un planeta en que millones de seres humanos mueren de hambre y desatención.
La idolatría por el dinero es vergonzosamente inherente a la raza humana y por supuesto voraz, nunca satisfecha, inmoral porque desprecia e ignora la más elemental justicia y produce por otra parte la pobreza abismal. Está naturalmente dispuesta a todos los crímenes para satisfacer su insaciable apetito.
Por esa razón surgió la necesidad de la democracia en Grecia. La Justicia, decían, “es la regulación de todas las desigualdades, a través de la búsqueda de los mejores hombres para dirigir la República, en donde se promulguen leyes para evitar que se realicen malas acciones en perjuicio de la sociedad; es decir, que la conducta personal debe de estar regida por las leyes, que son acuerdos tomados en interés de todos, y, explicaban “la riqueza extrema produce lujos excesivos, ociosidad y perversidad, mientras la pobreza extrema produce inestabilidad social y revoluciones, por lo que el gobierno debe de moderar a ambas en beneficio de la República”. Cuando el gobierno está en manos de los peores (como las derechas), los resultados son las guerra, el ascenso al poder de los militares, lo que lleva a la dictadura”. ¡Y en aquellos lejanos tiempos griegos no se podía prever la destrucción misma del planeta!
En el mundo se ha dejado al garete esta regla de oro y so pretexto de “libertad” se ha alentado, como prueba de éxito en todos los flancos, la más grotesca acumulación de dinero vista jamás y ha producido las más atroces hambrunas. ¿O no es así compañías dichas “de la alimentación”? Entre otras se encuentra la destructora transgénica de los productos naturales, la cada vez más rica y criminal Monsanto, protegida si no socia de Calderón, que quiere desaparecer los maíces autóctonos de México para imponer su propio producto-maíz, pero que para sus demostraciones de eficiencia contra el hambre, ignora olímpicamente al continente africano (ver imágenes de Somalia), donde cualquier alimento es indispensable.
OCCUPY WALL STREET NOW!
Ocupemos Wall Street, Ahora, claman miles. Contra esa estúpida riqueza se está por fin levantando la revolución en el mundo y hoy específicamente en USA, en la isla de oro, Manhattan, productora por excelencia del desastre económico mundial para beneficiar a los más ricos de los ricos, desde un callejón llamado Wall Street, que hoy está siendo ocupado por los revolucionarios gringos explotados como todos, que ahora sí harán desaparecer, esperemos, al ruinoso neoliberalismo.
Wall Street es un cáncer mundial, que produce las guerras contra todos los que, por ejemplo, quieren salir del “patrón del dólar” que desde tiempos de Nixon (1971) dejó de estar respaldado por oro. Ya no se oye hablar del Oro de Fort Knox donde presuntamente se guardaba “el respaldo” de los bilimbiques verdes. La guerra de Irak se desató básicamente porque Saddam Hussein quería “salirse del dólar” y vender el petróleo de su país en euros. La actual demolición de la Libia tiene un origen similar. Y tanto Hussein como Gadaffi no son angelitos, pero su pecado esencial fue querer sacudirse a Wall Street y cambiar el patrón de cambio del dólar.
LOS RIQUÍSIMOS TRADICIONALES
John Davison Rockefeller (1839 –1937) considerado el hombre más rico del mundo en cierto momento, se enriqueció con el petróleo y con la idea de una amigo para su refinación, fundó con él la Standard Oil Co. y “a partir de la idea brillante de un colega, fue finalmente este magnate quien sacó el mayor provecho al esfuerzo de su amigo”, primer mandamiento del capitalismo a ultranza, robar las ideas ajenas. A 8 años de la fundación se quedó con el 90% de las acciones de las refinerías del país. Los tribunales advirtieron que los negocios de Rockefeller no eran lícitos pues representaban un monopolio aplastante, así que tuvo que disolver la Standard Oil y creó el Standard Oil Trust.
“Quizá traspasó en algún momento la línea roja de la ética”, dice amablemente una de sus biografías, pero el caso es que fue acusado de alentar la primera y segunda Guerra Mundial para así poder vender más crudo a los países inmersos en los conflictos. Todos sus hijos siguieron el mismo voraz camino y uno de ellos llegó a vicepresidente. El último, David, es miembro del club Bildelberg. Esta asociación agrupa a las fuerzas económicas y políticas con más poder en el mundo, y con él la voz de los Rockefeller resuena en ella con tanta fuerza y ambición como la que tuvo el impulsor de su gran fortuna.
LOS ROTHSCHILD
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