Opiniones y Comentarios
Julio Ricardo Blanchet Cruz
De los jóvenes políticos…
En repetidas ocasiones me he manifestado contrario a la Democracia; de la que el ilustre Séneca decía que “es peor que las guerras o los tiranos”; y sí en cambio me he mostrado partidario de los Consejos de Ancianos que durante tanto tiempo gobernaron al mundo…
De tal suerte que en repetidas ocasiones he opinado que los jovencitos, salvo contadas excepciones, más que hacer un bien, han hecho daño a las naciones (o los Estados) que han gobernado…
Y como ejemplo podemos citar aquí en nuestro México a Sergio Estrada Cajigal, en Morelos, a Lázaro Cárdenas Batel, en Michoacán; y al mismo Peña Nieto en el Estado de México, que aunque no lo digan los medios de comunicación, es también un polvorín…
Que es lo mismo que han de pensar quienes en Monterrey pusieron un gran espectacular (que casi de inmediato, por obvias razones fue retirado) del que no hay que aclarar mucho, pues de hecho, en sí lo dice todo…
De la conferencia de Prensa que ofreció el nuevo secretario de Hacienda, el señor José Antonio Meade, quien, por cierto, tuvo la descortesía de sonreír y enviar abrazos y saludos a sus amigos y conocidos mientras los compañeros reporteros se dirigían a él. Lo que solo viene a corroborar la inmadurez a la que hacíamos referencia líneas arriba…
Por lo que solo baste comentar que nada más oportuno que traer al presente las palabras de Federico Nietzsche, cuando dijo que…
“La especie de mentira más común, es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. El engañar a los demás es un defecto relativamente raro”…
Para terminar, y sin que lo que a continuación se comenta tenga algún asomo de discriminación, sí el señor Meade hubiera nacido en la Antigua Esparta del inmortal Licurgo, difícilmente hubiera sido tomado en cuenta para un cargo (todos los espartanos trabajaban para el Estado)…
En ese entonces se pensaba que los enfermos pensaban como enfermos. Posteriormente Juvenal sentenció que “Mens sana in corpore sano”; y toda vez que el Estado proveía el alimento y todos acudían a comedores públicos…
Ni siquiera los que tenían sobrepeso podían formar parte integral de la sociedad. Además de que eran mal vistos por sus conciudadanos; que deducían que habían comido otra cosa que no fuera lo que el Gobierno daba, o en su defecto habían comido más de lo debido…
Y nos vemos en la próxima, si el Sol me presta vida.
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