Es motivo de orgullo que, a pesar de que han querido destruirnos, no lo han logrado ni lo lograrán. No sólo porque tenemos autoridad moral, sino porque las mujeres y los hombres que participamos en esta lucha, profesamos un profundo amor por nuestros semejantes y, más allá de alevosías y frente a todo tipo de adversidades, mantenemos la firme convicción de construir una sociedad más justa, más humana y más igualitaria
Es motivo de orgullo que, a pesar de que han querido destruirnos, no lo han logrado ni lo lograrán. No sólo porque tenemos autoridad moral, sino porque las mujeres y los hombres que participamos en esta lucha, profesamos un profundo amor por nuestros semejantes y, más allá de alevosías y frente a todo tipo de adversidades, mantenemos la firme convicción de construir una sociedad más justa, más humana y más igualitaria
sábado, 6 de marzo de 2010
De todo este desmadre algo bueno tiene que salir
EDITORIAL
Lo que no se debe pasar por alto.
Si bien es altamente satisfactorio ver a la iglesia judía de Roma decadente y entrampada en sus desmedidas ambiciones, perversidades e incongruencias, las que siempre han existido (es casi como el sello de la casa) de recordar las declaraciones de anteriores Papas:
León X: “Desde tiempos inmemorables es sabido cuan provechosa nos ha sido la fábula de Jesucristo”.
Pío II: “La Corte de Roma acuerda todo al dinero: Ella vende al Espíritu Santo, las ordenes sagradas y los sacramentos y perdona todos los delitos a cualquiera que tenga para pagar su absolución”
Honorio III: “EL amor del oro ha sido siempre el escándalo y el oprobio de la Santa Sede. Quien no ofrece dinero ni ofrece regalos, nada obtiene de Roma”.
Y con especial dedicatoria:
Adriano VI: Nosotros sabemos que, de largo tiempo, se cometen excesos abominables cerca de la Santa Sede. La corrupción se ha extendido de la cabeza a los miembros, del Papa a los prelados: Todos nos hemos descarrilado, no hay uno solo que haya hecho el bien; ni uno solo”.
San Bernardo: “Todo lo que un sacerdote retiene para él después de haberse proveído del simple sustento y del solo vestido, es hurto, es rapiña, es sacrilegio”.
No se debe pasarse por alto que el verdadero enemigo de México ha sido el Clero Católico y sus fantasiosas ideas, por demás represoras y obsoletas. Aunque a fuerza de ser honestos, los curas vaticanos han sido los enemigos de la humanidad.
Qué bueno que los mexicanos (los guadalupanos) se den cuenta de la clase de basura a la que han estado sometidos; porque todos los curas son iguales. “Ni uno solo” dijo Adriano VI.
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