María Teresa Jardí
III
Cobrando venganza Zedillo, contra su antecesor, probablemente porque no fue el elegido desde el principio. Permitiéndose el exterminio del aparato procurador y administrador de justicia pensando que un pueblo sin memoria olvidaría para siempre que no está agotada la primera línea de investigación del homicidio que cambió, para mal, sin duda, la historia del país. Que se olvidaría para siempre que sigue impune el crimen atroz que acabó con la vida de Luis Donaldo Colosio. Línea —como se enseña en las escuelas y facultades de Derecho de las universidades del mundo— con la que se establece de entrada a quién beneficia el crimen. Ejecución atroz que, por ahora, sólo ha tenido un único beneficiado: Ernesto Zedillo. Que puede ser o no el asesino. Pero quien no debió ser postulado, sin agotarse primero esa línea de investigación, para ocupar la Presidencia de la República, incluso porque propicia el que se piense que lo que hizo Salinas fue el otorgarle el fuero, que luego ese impresentable sujeto se siguió garantizando a base de rematar bienes de la nación obteniendo en compensación un trabajo en las empresas extranjeras beneficiadas con el remate. Línea que, además, en el caso de Zedillo, debe ser empatada con la que establezca su responsabilidad como jefe de campaña que era de la víctima. Venganza cobrada posiblemente también para tapar el que a una economía, dejada prendida con alfileres por su antecesor, él, que se soñaba un gran economista, había llegado quitándole los alfileres, lo que lo evidenciaba como el que nunca superó haber tenido que dedicarse a bolear zapatos cuando niño para llevar unos pesos a casa. Lo que aumenta la responsabilidad del gris secretario de Educación de Salinas —que debió apoyar la conversión de la Gordillo en dueña del negocio que es el sindicato de maestros— que no estaba preparado para ser. Iniciador de su mandato como presidente, mediante el golpe de Estado dado a la Suprema Corte de Justicia, del desmantelamiento ético total del aparato administrador de la Justicia sumado al desmantelamiento total del aparato federal procurador de la misma convertido en cobrador de venganzas. Golpe de Estado propinado contra la Suprema Corte de Justicia logrando convertirla en lo que es hoy: una Corte impartidora de Injusticia integrada por bien comprados ministros a modo de lo que se les ordena que hagan. Que se necesita hacer reventar al país, se van de vacaciones sin recibir a los padres de los niños quemados merced a la conversión de las guarderías en el negocio de los familiares de los gobernantes, entre los que se incluye una prima de la mujer del usurpador y otros tantos del gobernador que el estado, donde ocurre el crimen, desgobierna. Que se necesita acabar de desprestigiar al Ejército Nacional no se entra al fondo del asunto, importantísimo incluso porque a nivel internacional se discute, resolviendo por las ramas lo del controvertido fuero militar. Que se necesita polarizar más todavía a los pueblos indígenas pobres y marginados, entre los más pobres y más marginados del planeta, se dejan libres a los paramilitares acusados de una masacre brutal cometida con saña inaudita a pesar de haber sido avisado del peligro incluso al entonces presidente a modo del capitalismo: Ernesto Zedillo, quien, además de como abusador del poder, debe ser juzgado también como el autor intelectual de ese genocidio. Y siendo del todo imperdonables los expresidentes priístas traidores a la patria, peores han sido y más traidores aún los dos que bajo las siglas de PAN al país han acabado de destruir. Mañana sigo con ellos. Los traidores a la patria en México tienen nombre y apellido.
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