2009-05-20
La ira, mi estimado, abate el juicio.
No sólo por el peso del simpático mensajero, my friend, sino por la volatilidad del contexto actual que transita en la polarización avalada por el Gymboree presidencial y el partido en el poder (del no poder) que han olvidado las derivaciones del encono político el día después…
Los temas en lo que debería ser una advertida agenda de riesgo son cada vez más peligrosos y de pronóstico reservado. El inadmisible capítulo ocurrido en Zacatecas con los 53 Zetitas en fuga que, sin problemas y sin lujo de violencia escaparon protegidos por un escandaloso aparato de seguridad, coloca el epicentro de los reflectores sobre el (des)gobierno de Amalia García, quien ha protagonizado un grotesco capítulo de confrontación con el senador Ricardo Monreal. Amalia, con un finísimo (exabrupto hormonal) tacto político trastabilló ayer reconociéndole originales atributos a Ricardo señalándolo como el villano favorito de su controvertido (des)gobierno y como la mano que mece la cuna de la desestabilización local.
Chingón.
Y como en política no hay coincidencias, la gobernadora no debería preocuparse por negar acusaciones de complicidades con la organizada delincuencia, o mejor aún, con los revoltosos Zetas.
Realidad mató, no, no… ejecutó discurso.
Y la realidad mostró quién es quién en Zacatecas (o sea, who´s who in the zoo). Quienes mandan en el (des)gobierno de Amalia García que, o está desinformada o muy bien informada de cómo están las delicadas aguas que la han orillado a tomar algunas precauciones y malas decisiones.
Sin duda de que aparezca la polémica PGR del desteñido procurador (con minúsculas) Medina Mora justo en el momento de la crisis sobre la incuestionable infiltración y colusión de funcionarios estatales con el organizado crimen ante el inédito suceso de los Zetitas en fuga, desencadena un sugestivo sospechosismo sobre el timing para dar a conocer la investigación contra los Monreal y sus presuntas travesuras. Una vez más parece judicializarse la política... para los aliados y Amalia ha bailado al son de Felipe, el sonsonete oficial sobre el tsunami de violencia y el origen del armamento.
Lamentable que Amalia tome el micrófono, no para explicarle al sonriente respetable con exactitud qué sucedió en el penal de Cieneguillas y cómo pudo estallar un acontecimiento de esta envergadura ante sus narices, sino para entrar en un aldeano enfrentamiento de claros tintes políticos basado en una investigación federal (que deberá seguir su curso) contra su adversario, a cuya familia le infiere vínculos con el narcotráfico cuando justo es este tema el que oscurece… su administración.
Léase que para tener la lengua larga hay que tener la cola corta, yes?
Y los Zetitas en fuga tienen sugestiva agenda que debería ser importante preocupación federal y fundamental ocupación… estatal.
Mientras tanto, el grotesco circo electorero de la excelsa clase política se enloda y da pena ajena. Navarrete y esos chuchos arropan a García y le escupen a Monreal. Germán protege a Marco —cuya cúpula en Morelos duerme con el organizado crimen— y ataca a Amalia. Todos se señalan, acusan, difaman y se inculpan bañados en el estercolero.
Y todos olvidan, my friend, que ante la ciudadanía no suman, sino restan y dividen presionando la ruta de una muy peligrosa polarización… que con los volátiles detonadores existentes, necesita una modesta chispa.
Por la Mirilla
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