Anteriormente los candidatos a diputados de las listas plurinominales eran intelectuales destacados o políticos de amplio prestigio que daban lustre a los partidos. Ahora los plurinominales son personajes incómodos, resultado de negociaciones cupulares, muchos de ellos compran la posición. Antes los plurinominales daban votos a los partidos, ahora son un lastre que es mejor ni mencionarlos. La mayoría de los plurinominales son políticos impresentables que no ganarían una elección ni en una urna ubicada en su casa.
Es motivo de orgullo que, a pesar de que han querido destruirnos, no lo han logrado ni lo lograrán. No sólo porque tenemos autoridad moral, sino porque las mujeres y los hombres que participamos en esta lucha, profesamos un profundo amor por nuestros semejantes y, más allá de alevosías y frente a todo tipo de adversidades, mantenemos la firme convicción de construir una sociedad más justa, más humana y más igualitaria
jueves, 2 de abril de 2009
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