Envuelto en cintas –no de colores, sino de grabaciones—, Luis Téllez es el obsequio que los priístas no esperaban, aun y cuando su salida del más cercano equipo del ocupante de Los Pinos estuviese más que anunciada.
Asimilado a ese inconfundible equipo del señor Calderón “sin abandonar la militancia priísta”, el economista Luis Téllez fue alguna vez nombrado Global Leader of Tomorrow (Líder Mundial del Mañana) por el Foro Económico Mundial, que anualmente se celebra en Davos, Suiza, y Leader for the New Millennium (Líder para el Nuevo Milenio), por el semanario estadounidense Time Magazine, lo que comprueba que tanto los organizadores del evento que se desarrolla cada mes de enero, como los editores de la revista hebdomadaria suelen equivocarse de vez en vez.
También el señor Calderón en sus designaciones.
Y es que, como usted leyó aquí a finales de noviembre de 2006, Téllez prácticamente entró con calzador al gabinete calderonista. Sucede que, luego de que públicamente se diera a Agustín Carstens el VoBo, placet o fiat, cual enviado del FMI para asumir en diciembre la cartera con las siglas SHCP, a Téllez se le corrió la cortesía y fue invitado a “un cafecito” con el entonces llamado Presidente Electo, en la (mal) llamada “casa de la transición”.
De lo que sucedió dentro de la oficina principal de la casona de la calle San Francisco se sabe poco con exactitud. Lo que trascendió, empero, es que Téllez tal vez hizo pucheros o hasta berrinchitos cuando sobre el escritorio se le planteó la posibilidad de que él se hiciera cargo de la dirección general de la principal paraestatal, pivote además de la economía mexicana, Petróleos Mexicanos (Pemex). No aceptó.
Graduado summa cum laude del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), con el correspondiente Ph.D. en el Massachusetts Institute of Technology (MIT o em-ai-tí, cual pronuncian los anglófonos), aparentemente Téllez dio una respuesta que desconcertó a quien le ofrecía la conducción de la industria que más aporta al fisco nacional. Palabras más o menos:“Yo me he preparado para Hacienda… o para Relaciones Exteriores… para Pemex, no.”
¡Imagínese usted el gesto de sorpresa, quizá hasta de desagrado, del interlocutor de Téllez!
Sorprendido o desagradado, Calderón le ofreció entonces Comunicaciones y Transportes. Y el ex funcionario de las empresas privadas Desc y Carlyle Group –donde la familia Bush tiene metidas sus canicas— aceptó a regañadientes.
Sin embargo, tampoco fue para él una buena decisión. En los dos años que estuvo al frente de dicha responsabilidad, la SCT rompió records en materia de subejercicios presupuestales y, se ha visto, cayó cual rehén de todos quienes participan en el subsector telecomunicaciones. Su gran servicio al calderonismo fue también el inicio de su anunciada separación del encargo: el desastroso papel cual vocero de la aún misteriosa caída del Learjet en el que viajaban los controvertidos Juan Camilo Mouriño y José Santiago Vasconcelos. La incredulidad campeó. Más allá de los guiones leídos ante cámaras y micrófonos, el lenguaje corporal de Téllez –dijeron expertos— no concordaba con sus palabras. La mirada huidiza, por ejemplo, desmentía sus estentóreos asertos.
Hoy, de aquel “joven promesa” queda poco o nada. Lo deglutió el calderonismo. Y hoy lo expulsa, cual se hace con la comida ya procesada.
¿Regalazo al PRI?
Índice Flamígero: Nada nuevo en el relevo de la SCT. Se privilegia una vez más a los próximos, a los cercanos. Juan Molinar Horcasitas sirve lo mismo para un barrido que para un fregado, pero ¿quién sabe si sea efectivo para hacer frente a los poderosos intereses que se mueven en el sector? Ha sido consejero “ciudadano” (jejeje) del IFE, diputado panista, subsecretario de Gobernación, director del IMSS y… Para un fregado. ¿Para un barrido?
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