Que mayor ofensa que burlar la voluntad de los ciudadanos en las urnas. Más aún en una elección entre compañeros. La nulidad de la elección nacional del PRD es un triunfo de los tramposos y de los sinvergüenzas. Es un triunfo de la impunidad. Un triunfo de quienes siendo incapaces de competir y ganar limpiamente cualquier elección interna, corrompen y boicotean para garantizar su supervivencia política y económica.
Son los mismos que provocaron la nulidad de la elección cuando compitieron contra Amalia García y posteriormente perdieron; son los mismos defraudadores identificados en el informe de Samuel del Villar que quedaron impunes; son quienes ocultaron los resultados de la auditoria de la Comisión de Fiscalización sobre el manejo de recursos del partido y hoy ocupan cargos de dirección y de representación popular. Son quienes han comprometido la autonomía política y la independencia de nuestro partido.
La nulidad es resultado también, de la incompetencia y de la vida facciosa. De quienes no fueron capaces de honrar su responsabilidad y su palabra para auditar el padrón de afiliados; hacer valer las reglas y adoptar las decisiones en la organización y cómputo de nuestras elecciones. De quienes actuando bajo consigna, fueron incapaces de dar legalidad y certeza a la elección; de limpiar las irregularidades y sancionar a los responsables de violar nuestras normas.
Es también un triunfo para la derecha y para quienes desean una izquierda dócil y complaciente. De quienes buscan un país sin contrapesos, sin una izquierda fuerte e inteligente. De quienes no desean una oposición política real.
Nos han despojado de un triunfo real y legal. Contra cualquier pronóstico. Un triunfo ganado con el respaldo de la inmensa mayoría de los militantes del PRD hartos de la burocracia y la corrupción partidaria.
Más que la presidencia nacional del partido, le han arrebatado nuevamente a los miembros del partido, su derecho a decidir, a que sea respetada su voluntad mayoritaria expresada en las urnas.
Como he sostenido desde un principio no acudiré a ninguna instancia ajena al partido. No acudiré al Tribunal Federal Electoral, por congruencia y convicción. Estoy convencido que, pese a las limitaciones y a la en ocasiones, incompetente e irresponsable actuación de los órganos jurisdiccionales del partido, no se debe permitir la injerencia de un órgano del Estado en la vida interna de los partidos. Allá otros, quienes buscan que Calderón les levante la mano.
He acatado bajo protesta la resolución de la Comisión Nacional de Garantías. Sin embargo, esta Comisión debe deslindar responsabilidades, identificar a los tramposos y establecer las sanciones estatutarias o penales que correspondan, sea quien sea quien las haya cometido.
Esta es una condición para mantener la unidad y cohesión futura del PRD. Se deben castigar las prácticas indebidas y erradicar la impunidad. No actuar y ser omisa haría cómplice a la Comisión Nacional de Garantías.
En tanto esto no suceda, violar los estatutos y burlarse de la militancia seguirá siendo un negocio rentable. La ilegalidad hoy favorece a los infractores que se benefician de ello.
El fallo no cancela nuestro triunfo, sólo lo pospone. El de Izquierda Unida. El de la militancia que desea rescatar a nuestro partido; sus principios y valores. La militancia que busca imprimir ética a nuestra práctica política. Por ello continuaré trabajando para fortalecer al Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, al Frente Amplio Progresista y a mi partido, e iré de nueva cuenta a la elección extraordinaria por la dirigencia nacional, al rescate del PRD de las manos de quienes han defraudado la voluntad de las mujeres y hombres que han forjado este partido.
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