• Misiles etílicos
La tiranía de una multitud, mi estimado, es una tiranía multiplicada.
El constante abuso a la desmemoria colectiva no deja de ser altamente volátil en estos aciagos momentos, my friend, donde la brújula sigue perdida y cuando el barco de gran calado hace agua ante la incertidumbre en varios divertidos frentes en el interior del calderón sexenal.
Así qué para que tanto brinco mediático estando el suelo tan parejo, pues
El tufo festivo de ayer, previo a la celebración de añejos pactos, acuerdos y atractivas medidas, dibujó de cuerpo entero la fragilidad de un régimen de ocurrencias, frivolidades, incompetencias e impunidad. Un régimen rebasado y donde el modelo del discurso presidencial, agotado ya por la gravedad de las circunstancias, no fueron sino palabras para la foto en la egoteca de Calderón que, aunque no lo parezca y por unas horas, sintió que sí hay gobierno. Que sí hay liderazgo. Que sí es el supremo comandante whatever. Que sí se puede lucrar con el desmadre y la tragedia para enviar la señal de que ahora sí, mis valientes (disfuncionales profundos), ¡a por ellos!
Después de tanto ceremonioso choro, ¿dónde rayos quedó el fondo de aquél seductor discurso esgrimido en el Auditorio Nacional, el 2 de diciembre de aquél controvertido 2006? Déjeme (just for fucking fun) refrescarle... la memoria.
Felipe, el de la mano firme (y limpia), afirmó que una de las tres prioridades que voy a (descabezar) encabezar en mi gobierno es precisamente la lucha por recuperar la seguridad pública y la legalidad; las instituciones responsables requieren transformaciones profundas para cambiar sustancialmente su eficacia. Los resultados que estas instituciones le deberán entregar a los mexicanos son vitales para recuperar la fortaleza del estado y la convivencia social, seguridad de que nuestra vida, la de nuestras familias y nuestro patrimonio estarán protegidos.
Por eso instruyo (jajajaja...perdón) al procurador general de la república (con minúsculas) y al gabinete de seguridad a que en un plazo no mayor a 90 días presenten un programa de seguridad para renovar los mecanismos de procuración e impartición de justicia.
Para ordenar, depurar y fortalecer nuestros cuerpos policíacos, para crear cuanto antes un sistema único de información criminal que nos permita poner los más sofisticados avances tecnológicos a la defensa de nuestras familias.
Mejor un ¡ya basta! de pendejadas discursivas y de jugar al Tío Lolo en un asunto que estos magníficos ignorantes no entienden… que no entienden.
Y si no, my friend, neta, que se vayan... pero todos.
Por la Mirilla
¡Adiós!
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