Por Federico Arreola
Secuestro: problema nacional
Secuestro: problema nacional
De pronto, el país de narcos se convirtió en el país de secuestradores. De secuestradores y secuestrados, desgraciadamente. El problema es, ahora, mucho más triste, si no por otra cosa, porque las víctimas ya no son solamente los gatilleros de las distintas bandas de la mafia, sino también, como en el caso del hijo de Alejandro Martí, ciudadanos pacíficos e inocentes que han cometido el único pecado de atravesarse en el camino de los delincuentes que han hecho de la privación ilegal de la libertad una empresa filial, por así decirlo, del tráfico de drogas.
El país del PAN, el de la derecha moralista, el de los grupos de interés que en 2006 se robaron la elección presidencial, está totalmente echado a perder. Porque el secuestro empieza a ser, con el narcotráfico, la principal industria de México. En el Distrito Federal los oportunistas de la política han empezado a criticar al jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, por la tragedia que enlutó a la familia Martí. Pero en mi tierra, Monterrey, desde hace no pocos días aparece en la portada del diario más leído, El Norte (que dio origen a Reforma), al menos una nota destacada acerca del problema del secuestro. Y ni para qué hablar de otras localidades más violentas, como Tijuana, donde los secuestradores son, con los narcotraficantes, los amos y señores.
Sin un gobierno competente y honesto no hay salida, pero el problema es que eso, precisamente, no existe en México. Debemos, pues, seguir luchando por darle a los mexicanos las autoridades eficaces y decentes que tanto se necesitan. No hay de otra.
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