Obama y la guerra sucia
No estoy escandalizado, pero casi. Es que, ciertamente, pocas veces he visto una portada tan absurda (nada hay más absurdo que la ofensa por la ofensa misma). Me refiero a la de la revista New Yorker que esta semana presenta una ilustración de Barack Obama y su esposa. A ambos, en esa publicación, se les hace aparecer como terroristas musulmanes. El chiste es malo simplemente porque no se basa en nada. Es decir, ni el candidato demócrata a la Presidencia de Estados Unidos ni su mujer han hecho nada para que se les dé ese trato. Ni una declaración ni un malentendido ni un comentario que se hubiese sacado de contexto. Simplemente, a la gente del New Yorker se le pegó la gana golpear al rival de John McCain.
Pero, como suele ocurrir en estos casos, el golpe en vez de perjudicar al agredido terminará por beneficiarlo, al menos entre los estadounidenses inteligentes. Y la revista aludida sufrirá tal vez la mayor pérdida de credibilidad de su historia. Porque hasta el mal periodismo tiene límites, y en el New Yorker los han rebasado todos. Supongo que conforme avance la campaña electoral presidencial en Estados Unidos veremos crecer en intensidad la guerra sucia en contra del político que más ha sacudido las estructuras sociales norteamericanos en muchas décadas.
Qué lástima, la derecha conservadora actúa siempre y en todas partes de la misma forma. Tal como lo experimentamos los millones de mexicanos que apoyamos, en 2006, al hombre que era un “peligro para México”.
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