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Las alertas de Espino
Ricardo Monreal Ávila
Ricardo Monreal Ávila
Manuel Espino lanza la primera espinosa alerta: existe “una especie de concertacesión” entre el gobierno federal y el PRI, entre Felipe Calderón y Manlio Fabio Beltrones. “En la expectativa de que apoye al gobierno, se le han concedido atribuciones que otros no tienen y que se antojan desproporcionadas al fin pretendido, como darle el carácter de gestor de recursos y puestos a cargo del Ejecutivo Federal y permitirle disponer de ellos para favorecer a gobiernos municipales y estatales a conveniencia de su proyecto. Situación de la que ya que se quejan algunos gobernadores, principalmente del PRI” (Señal de Alerta, Ed. Planeta, reproducido por Proceso, num. 1654).
Se dirá que el ex presidente del PAN y actual dirigente de la Organización Demócrata Cristiana de América hace esta grave denuncia pública por resentimiento y amargura políticas, habiendo perdido todo cuando todo lo apostó al candidato presidencial de su partido. Sin embargo, la preocupación por el posible retorno del PRI a Los Pinos, de la mano de Calderón, es auténtica en más de un sentido.
A finales de 2005 coincidí con Espino en un evento público. El desafuero de AMLO se había superado y las encuestas apuntaban al ex jefe de Gobierno. “Te lo digo con sinceridad, si la disyuntiva fuera entre López Obrador y el PRI, sería preferible que ganara AMLO. El retorno del PRI significaría mil años de retroceso”. “Pero ustedes quieren a López Obrador fuera de la contienda, a como dé lugar”, le comenté. “Al menos yo no, yo opiné en contra del desafuero y soy de la idea de que se le gane en las urnas, no en los tribunales”, explicó en esa ocasión. Así lo reitera en su libro.
Hace algunas semanas volvimos a coincidir en un restaurante de Insurgentes Sur. Lo saludé de lejos. Me hubiera gustado decirle: “Te hubiera ido mejor con AMLO que con Calderón. Seguramente seguirías al frente del PAN y serías uno de los principales activos políticos de la oposición”. No lo hice en aquella ocasión, hoy lo hago desde este espacio.
¿Cuál es el pecado político del ex dirigente del PAN, por el que ha sido marginado del gobierno y de su partido? ¿Haber encabezado la guerra sucia y negra contra el candidato de la coalición de izquierda? Por favor, eso ni siquiera existió. ¿Haber puesto en riesgo la elección presidencial al cobijar la intromisión de Fox y los empresarios en el proceso electoral? Por favor, nada de eso fue determinante en el resultado final. ¿Haber jugado en el proceso interno del PAN a favor de Santiago Creel y de los intereses de la “pareja presidencial”? Por favor, si Calderón y su equipo no guardan rencores contra nadie; rápido olvidan y rápido perdonan. ¿Haber soñado con la posibilidad de suceder a Calderón en 2012? Por favor, demasiado temprano para que amanezca.
Al igual que en la tragedia griega de Prometeo Encadenado, hasta el momento en que el titán es condenado por Zeus a ser encerrado en una cueva del Cáucaso, donde un águila le devoraría las entrañas durante 30 mil años, Espino cae en cuenta de aquello que desató la ira de los dioses del Olimpo (o “capos del calderonismo”, como lo indica en su libro) en su contra: tratar de dirigir un partido con independencia y autonomía del Ejecutivo. Es aquí donde lanza la segunda señal de alerta: “Sin haberse consolidado la democracia mexicana todavía, ya son muchas las voces que expresan una opinión de advertencia para los panistas: el PAN aprendió demasiado rápido las mañas del PRI”.
Un PAN mañoso y un PRI tramposo son la esencia de la concertacesión denunciada por Espino. Es la naturaleza del PRIAN alertada reiteradamente desde la izquierda y que ahora confirma su existencia nada menos y nada más que uno de sus testigos (y víctimas) más cercanos y de más alta jerarquía. Fruto de esa concertacesión son la reforma fiscal, la nueva ley de pensiones del ISSSTE, la reforma penal y de justicia, así como las llamadas reforma energética y laboral, en puerta.
Al igual que Prometeo, Espino no se arredra frente a la ira divina y hace de su desgracia su carta de liberación. “Para evitar un desencanto democrático al interior de Acción Nacional y una mayor decepción en el electorado, y porque el poder no es… patrimonio de unos cuantos, urge que sus dirigentes formales tonifiquen la autonomía institucional frente al poder público”.
Es decir, “y sin embargo, la tierra se mueve”… y Manuel Espino, también.
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