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Algo más acerca del fracking
Juan José Morales
Impacto Ambiental
El pasado 11 de septiembre comentábamos en estas páginas que uno de los
propósitos de la privatización de Pemex que con tanto entusiasmo
promueve Peña Nieto, es facilitar la entrada a México de las grandes
transnacionales extranjeras que desean explotar nuestros yacimientos de
gas de esquisto o de pizarra, así llamado por hallarse atrapado en
formaciones rocosas de ese nombre. Decíamos también que el método de
fractura hidráulica o fracking, como se le llama en inglés, usado para
extraer el gas, es tan nocivo para el medio ambiente que en diversos
países no se permite su empleo y en otros está a discusión si se
autoriza o no.
Pues bien, hoy tenemos una noticia al respecto: en Francia, el Consejo
Constitucional —equivalente a la Suprema Corte— acaba de ratificar la
prohibición de utilizar el fracking en el país o sus colonias. La
decisión fue tomada en respuesta a la demanda presentada por la compañía
norteamericana Schuepbach Energy, cuyos permisos de explotación de gas
fueron cancelados después de que el gobierno francés estableció en 2011
una moratoria para el uso del método, en tanto se determina qué
consecuencias ambientales puede tener. La empresa alegaba que, como la
concesión le había sido otorgada antes de la prohibición temporal, ésta
no podía aplicársele y por tanto debería permitírsele continuar sus
operaciones. El Consejo Constitucional, empero, consideró que por encima
de los intereses de un particular están los de la sociedad francesa.
El problema con el fracking es —como señalamos en aquella ocasión— que
puede afectar severamente el medio ambiente y agravar la contaminación
del agua y el aire. Entre otros, tiene los siguientes inconvenientes:
Debido a la gran cantidad de pozos que requiere, el paisaje en las zonas
de producción resulta severamente degradado por la deforestación, la
apertura de caminos de acceso y las obras de nivelación del terreno.
En segundo lugar, el método exige enormes cantidades de agua: en
promedio, 19 millones de litros de agua para fracturar cada pozo. Esa
agua se pierde, puesto que se inyecta a gran profundidad y desde luego
se priva de ella a la agricultura, la ganadería, la industria y los
sistemas de abastecimiento de agua potable.
En tercer lugar, el agua que se inyecta en los pozos contiene numerosas
sustancias químicas que pueden contaminar los acuíferos subterráneos. En
la superficie, las aguas residuales de la explotación, también cargadas
de compuestos tóxicos, pueden llegar a ríos, lagos y humedales.
Asimismo, en el proceso de extracción del gas ocurren fugas de metano,
un gas de efecto invernadero. Es decir, que tiene la propiedad de
retener el calor solar y por tanto contribuye al calentamiento global y
el cambio climático. Al metano se le considera extremadamente peligroso
para el medio ambiente ya que su capacidad de retención de calor es 25
veces superior a la del dióxido de carbono, al cual usualmente se juzga
el principal causante del calentamiento.
Por último, los gases residuales del proceso se queman en grandes
mecheros, lo cual también contribuye a la contaminación del aire.
En fin, el fracking es muy conveniente para las grandes empresas
petroleras, pero implica graves riesgos para los seres humanos. Por ello
la tendencia en Europa y otros países es posponer su empleo el tiempo
suficiente para realizar estudios que permitan precisar la magnitud de
su impacto ambiental.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
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