¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
El Monexgate no ha muerto… y el Bancomergate comienza
MÉXICO, D.F. (apro).- Enrique Peña Nieto y su grupo político llevan
diez meses en la Presidencia de la República, ejerciendo el poder, y aún
no han podido eliminar por completo la huella que dejó el Monexgate;
las dudas sobre los montos, origen y destino de millonarios recursos
utilizados en su campaña electoral se siguen discutiendo en la primera
instancia de investigación, el Instituto Federal Electoral.
Cuando
el PAN hizo la denuncia aquel 26 de junio de 2012 habló del uso de 700
millones de pesos para la compra y coacción del voto a través de
monederos electrónicos de la institución financiera Monex; dos días
después el IFE reveló que sí existían las tarjetas Monex pero el monto
alcanzaba, con mucho, la cifra de 70 millones de pesos.
A partir
de ahí empezó la llegada a cuentagotas del sustento documental de
cientos de tarjetas Monex emitidas por dos empresas mercantiles: Inizzio
y Efra, la primera propiedad de un hombre que gusta de solicitar
créditos con nombre ficticio y el propio; de un personaje que es
conocido entre quienes buscan evadir el fisco y hacer maniobras
financieras para dispersar recursos y evitar multas millonarias.
La
segunda propiedad de Emilio Fraga, un viejo priista quien junto con sus
hijos creó la empresa Efra y el despacho GAP, que le prestó sus
servicios a Enrique Peña Nieto durante su paso por la gubernatura del
Estado de México.
El caso Monexgate empezó a revelar, gracias a
los medios de comunicación y la información que ciudadanos recabaron, la
participación no sólo de una veintena de empresas fachadas para
dispersar el recursos sino sobre todo y más importante aún la
complicidad del sistema bancario y sus filiales como Soriana.
Desde
el 23 de enero de 2013 se analizó en el consejo general del IFE el caso
Monexgate; el PRI pretendió dar por concluido el tema y así borrar todo
vestigio de duda sobre su candidato ya entronizado presidente de la
República, Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, consejeros electorales
como Alfredo Figueroa, Benito Nacif y el propio Lorenzo Córdova
detectaban en cada sesión puntos no coincidentes con el encargado de
exonerar al PRI de toda violación a la ley, Alfredo Cristalinas Kaulitz;
expusieron sus argumentos e incluso en más de una ocasión presentaron
evidencias que hacían inevitable solicitar una nueva indagatoria, una
nueva línea de investigación relacionada con el Monexgate.
Incluso,
Luis Vega, otro de los hombres de confianza de Peña Nieto y que fue
ubicado como secretario de finanzas y administración del PRI al inicio
de la campaña presidencial, llegó a decir que después de enero dejaría
el cargo para irse al gabinete. La apuesta era que ese 23 de enero el
IFE concluyera el caso Monexgate, y como Vega había sido uno de los
operadores del dinero tenía que concluir la limpieza del mismo.
Pero
contra todo pronóstico los dictámenes de Alfredo Cristalinas eran
devueltos una y otra vez. Los consejeros encontraban inconsistencias y
falta de exhaustividad en las investigaciones, por lo cual el caso se
alargaba cada mes.
De la mano del ejercicio del poder de Peña
Nieto está la indagatoria sobre el financiamiento de su campaña
electoral, que lo llevó al cargo de Presidente de la República.
El
último round en el IFE ocurriría el pasado 26 de septiembre. Sin
embargo, el consejero Alfredo Figueroa encontró dos tarjetas de
Bancomer, lo que de nuevo llevó a ordenar a la unidad de fiscalización
una nueva indagatoria: investigar si las dos tarjetas encontradas y sus
números están registrados en la Comisión Nacional Bancaria. Por lo menos
sus propietarios dicen que son reales.
Con esta resolución se
presenta una prueba más de que el sistema bancario se alió con el PRI
para llevar a Peña Nieto al poder, que Alfredo Cristalinas, el gran zar
antilavado negro en campañas, ha dejado más dudas que certezas en el
actuar del PRI.
Hoy el problema que parece avanzar de nuevo con
esta novedosa línea de investigación es que podría verse truncada con la
elección de los nuevos consejeros y la reforma electoral que se avecina
y en donde se exige un nuevo modelo de órgano electoral federal, así
como de fiscalización.
De nueva cuenta, la transparencia del
financiamiento ilícito del PRI lo tienen las cúpulas de los partidos,
quienes desde el ya famoso Pacto por México acuerdan e intercambian como
fichas para luego llevar sus componendas al Poder Legislativo, justo
donde se votará la nueva ley electoral.
La reforma energética y la
hacendaria tendrán un peso tal que serán moneda de cambio para la
oposición a cambio de mantener impune un financiamiento ilegal,
millonario, que estuvo a la vista de todos los mexicanos, para que así,
Peña Nieto acabe finalmente con la sombra del Monexgate y algunos
consejeros dejen de molestarlo… De lo contrario se estaría pasando del
Monexgate al Bancomergate de Peña Nieto.
Twitter: @jesusaproceso
No hay comentarios:
Publicar un comentario