miércoles, 8 de mayo de 2013

10 mil pesos es poco dinero para morir

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
La justicia por mano propia 
María Teresa Jardí

Si no se tratara de gente pública por llamar de alguna manera al hecho de trabajar en los medios o de salir en los medios. Si no fueran públicamente conocidos, por algunos, los padres de los jóvenes Páramo González. Al dolor de los padres por la pérdida de los hijos se habría sumado la nota dada por los medios, en los que trabajan los padres de los Páramo González, considerando el hecho, igual de inaceptable, como un ajuste más de cuentas “entre malandros”, usando la palabra que la madre de los Páramo González usa al pedir que no se juzgue así a sus hijos.

Lo que yo demandaría para respetar a un presidente de la república serían los pésames diarios dados en cada caso de una muerte adelantada a los padres que no por ser pobres son menos padres ni su dolor es menos intenso ni sus razones al exigir que haga justicia son menos válidas, aún en los casos en los que de entrada queda claro que son ajustes de cuentas. Lo que, por cierto, se podía pensar que de un ajuste de cuentas se trataba el caso de los Páramo desde que se dio a conocer la noticia.

Aunque igual podía no serlo. Y ahí está el caso del hijo de Javier Sicilia para no llevar a nadie nunca más a falsas conclusiones adelantadas.

Aunque se podía válidamente pensar desde las primeras notas sobre el crimen cometido contra los Páramo, por la hora, incluso, en la que se dieron los hechos, que algo raro había.

A final de cuentas, en Chihuahua no cualquiera a las cuatro de la mañana se encuentra fuera de su casa y menos aún “gente de la alta sociedad”, conservadora que es ahí, también la sociedad. Sociedad que además desde el paso del PAN por el gobierno estatal se creyó aquello de que “la culpa de los delitos la tiene la noche” y no la impunidad que impera.

Cuando de hijos asesinados de padres comunes y corrientes se trata, Peña no se ocupa de darles el pésame a esos padres ni los procuradores estatal y federal se abocan a resolver el caso de manera rauda. Como están haciendo con el que ya pinta justamente para ser, ese , un ajuste de cuentas por una deuda de droga de jóvenes que efectivamente no tendrían que haber sido asesinados.

Ningún padre tendría que pasar por esa situación límite en la que el hijo o la hija no sólo se muere antes que los padres de manera no natural incluso por lo que toca a la edad de unos y del otro. Sino que además manos ajenas los privan de la vida que es a final de cuentas lo único que los mortales realmente tenemos de manera temporal como bien único e irrepetible.

No son menos padres los padres de los migrantes agredidos ni los padres de los ejecutados y colgados y mutilados y asesinados incluso por mala atención en hospitales, que por no tener ni guantes para los médicos encargados de las operaciones que practican corriendo el riesgo de morir por una hepatitis contagiada por aquel al que quieren salvar, a pesar de no contar ya ni con lo más elemental para cumplir con la función elegida como vocación y opción de vida. Porque también se puede elegir el convertirse en médicos a modo de la medicina privatizada, médicos bien pagados que se prestan, algunos incluso a operar a los que no deben ser operados, porque sacar algo del cuerpo a quien tiene para pagar deja mucho dinero y el negocio de la salud privatizada, donde la corrupción es regla, es también un gran negocio.

Nadie tiene el derecho de privar de la vida a otro, y diez mil pesos son muy pocos para perder la vida. Pero otros mueren por nada y la gran ausencia son las investigaciones de los que debieran hacerlas y los pésames de los obligados a darlos

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