viernes, 15 de marzo de 2013

Siempre las oscuras protecciones del clero

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Son corruptos, no tontos, los altos jerarcas de la Iglesia
María Teresa Jardí

Hace años era un chiste recurrente que se contaba entre curas, monjas y laicos, el de que al Espíritu Santo se le había prohibido la entrada al Vaticano. De un Papa que bendecía los aviones que Hitler enviaba con una operación que también se conocía, me parece, ya como operación Cóndora tirar bombas contra los republicanos españoles.

Nombre que luego fue retomado por las dictaduras de Argentina, Chile y Brasil, como una operación que, además de torturar, desaparecer y tirar personas vivas al mar en el Cono Sur, con el apoyo de los yanquis, sirvió para perseguir a los exiliados de las siniestras dictaduras de las que apenas se empiezan a analizar sus consecuencias, y en el caso de Argentina a castigar tardíamente a siniestros genocidas. Exiliados a los que México, por cierto, a pesar de ser Echeverría tan amigo también de la CIA, les abrió las puertas. Un país, el nuestro, digno entonces de admiración y valentía. Un pueblo, el mexicano, que todavía tenía mayoritariamente como característica la de su férrea, y terca incluso, solidaridad con el hermano que sufría.

Aunque luego ese mismo impresentable personaje, Luis Echeverría, haya permitido al Ejército mexicano poner el mismo nombre para la represión a los grupos guerrilleros que en México fueron surgiendo a pesar de la peculiar y sexenal dictadura que hasta pensamos algunos ingenuos que no era dictadura.

De ese Papa fascista pasó la Iglesia que alguna vez se soñó representante del hijo de Dios enviado a la Tierra a redimir a los hombres, a Juan XXIII, quien, a pesar de ser elegido por su edad, pensando, seguramente los cardenales, en que se moriría pronto, fue, no si el primer Papa pastor perome queda claro que el último. El Papa que entendió que o la Iglesia Católica cambiaba o acabaría muriendo convertida en una secta.

Lo siguió Pablo VI, quien empezó a dar marcha atrás en lo logrado en el Concilio Vaticano II. A quien siguió Juan Pablo I, quien, en el mejor de los casos fue dejado morir por abandono. Para ser sustituido por Juan Pablo II, que de santo no tiene nada y sí todo de protector de peredastas.

Y luego de pasar por un nazi involucrado también en el encubrimiento de su antecesor a personajes de la talla de Maciel, con dos mujeres, con varios hijos agredidos sexualmente por el padre, amén de haber agredido a muchos más. Encubierto por el dinero que mandaba al Vaticano tan absolutamente desprestigiado.

Y a su renuncia ante la corrupción exhibida en la cúpula de esa Iglesia. Mintiendo los cardenales, entre los que se encuentran los acusados, también, como Norberto Rivera, de haber protegido a curas pederastas, no eligen a un latinoamericano, eligen a uno de origen Italiano, que apoyó, siendo Obispo, la represión de la década más triste del Cono Sur de nuestra América. 30 mil desaparecidos sólo en Argentina. Muchos ejecutados y la tortura como regla. Dictadura apoyada, siempre se supo, por el Obispo de Buenos Aires, quien siendo Superior de los jesuitas, no defendió ni a sus hermanos ni a las mujeres embarazadas.

Es curioso que se haya elegido a un jesuita. Pero el ser jesuita no garantiza no ser fascista. Es curioso el nombre elegido. Son corruptos, no tontos los altos prelados de la Iglesia que se soñó la única la santa, la verdadera, la apostólica y la romana, conservando ya nada más lo de romana. Si Dios existiera no enviaría a su hijo a la Tierra

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