La Jornada
Hugo Chávez: el torbellino
Adolfo Sánchez Rebolledo
En la pantalla de la
tv, Maduro informa sin sorpresa, con voz entrecortada, la noticia
previsible: Hugo Chávez, el bolivariano, el presidente y comandante de
una revolución única, odiado por sus enemigos e idolatrado por los
suyos, ha muerto en Caracas. Un recuerdo me viene a la memoria: hace 57
años, el 5 de marzo de 1956, distraído en alguna vagancia adolescente me
estalló en la cara el titular de las Últimas Noticias formado
con la más enorme tipografía que el griterío del voceador remarcaba:
¡Ya!, ¡Al fin! Elocuencia suficiente para notificar que Stalin había
descendido a los infiernos. Ahora escucho, veo y leo la catarata de
discursos, comentarios, mensajes, condolencias afligidas por el
fallecimiento de Chávez, sinceras unas, pronunciadas con dolor,
espontáneamente; otras son textos preescritos para la ocasión inminente.
¡Ya!, o ¡Al fin!, podrían repetir muchos noticiarios y periódicos
globales, sin ocultar el gesto de satisfacción perfilado en los labios
de sus corresponsales. Guerra mediática para influir en la espera.
Tensión vigilada. Duelo. La muerte de Chávez es un acontecimiento
político cuyas consecuencias apenas se alcanzan a vislumbrar, pero no
pasará mucho tiempo antes de que los enigmas comiencen a despejarse para
Venezuela, en primer término; para Cuba y, a querer o no, para
Latinoamérica, que será otra sin la presencia del revolucionario
venezolano. Chávez ya es parte de la historia, la disputa por su legado
ha comenzado. Para registrar el momento, quisiera traer a colación
algunas palabras dichas por Chávez a José Vicente Rangel en ya famosa
entrevista, de la cual tomé varios fragmentos en los que el presidente
se refiere (con el ritmo de la improvisación) a su infancia en Sabaneta,
su pueblo natal, seguida de dos opiniones en torno a debates que lo
acompañaron en vida. Son ejemplos, pero estimo que esas citas ayudarán
al lector a comprender mejor la personalidad de Chávez, sus raíces y
complejidades.
“… Llegar a la iglesia donde fui monaguillo hace 50 años, y mirar la esquina donde yo sé que vivía la negra Inés, la hija del africano, donde nació mi padre, ahí había un semeruco, y ver a Pancho Bastidas, y ver al compadre Aldana y a mi tía Edilia, a mi tío Marcos Chávez, viejo romulero ahora chavista, por supuesto; y mi padre, mi madre, y mis tías, y no sé cuántos primos y parientes, ¿ves? Puro realismo mágico. Cincuenta años, decía, ¡Dios mío!, hace 50 años aquí yo era el monaguillo, tocaba las campanas, la misma campana que está ahí, aunque la iglesia ya es moderna, no es aquella vieja iglesia de techo de palma, y paredes de tablas, era como de tabla, y piso de tierra ¿no? El monaguillo de hace 50 años; el Arañero, el que vendía arañas, el que tiraba cohetes ahí; y luego el cadete nuevo. Yo nunca dejé de ir a Sabaneta en vacaciones, José Vicente, y recuerdo cuando llegué de recluta hace 40 años a Sabaneta, en diciembre de 1971, y luego hace 30 años la marcha de la vieja, de la mamá vieja, y luego hace 20 años… Yo fui a Sabaneta el 2 de enero de 1992, fuimos a un funeral de la abuela que cumplía 10 años de haberse marchado. Pero al mismo tiempo ese 2 de enero de hace 20 años, yo sabía, ya venía la rebelión, estábamos en los últimos días pues, yo fui al camoruco, fue la oración del camoruco con mi entonces esposa y mis tres niños, y caminé con mi padre; y estuve a punto de decirle a papá: ‘Papá, va a pasar algo…’ Pero la disciplina revolucionaria me dijo: no, no le digas a tu padre. Pero le miré los ojos, el negro Hugo Chávez y mi madre, y caminé y jugué chapitas con Chicho Romero; era como una despedida y salí por la tarde por el camoruco. Bueno, todas esas imágenes llegaron como una magia, 50 años pudiéramos decir, cuando tú hablas del realismo mágico ¿no? A uno le llega siempre García Márquez, el campeón del realismo mágico; bueno, en vez de 100 años de soledad, uno pudiera decir 50 años –en mi caso– de magiedad... permíteme esa palabra, es una magia” (estos y otro recuerdos se publicaron después en un libro Cuentos del arañero; ver: http://www.venezueladeverdad.gob.ve).
‘Estabilidad, ¿Qué ofrezco yo? Continuar la estabilidad, fortalecer la estabilidad del país para continuar el proceso del desarrollo económico, del desarrollo social de Venezuela, a través de la revolución democrática. ¿Qué ofrezco yo? Más revolución, más democracia, más socialismo, afincarnos por el rumbo que llevamos. ¿Qué ofrece la oposición? La nada, la destrucción de lo que hemos logrado y el caos. Eso tiene que entenderlo el país, hasta los más furibundos antichavistas deberían entenderlo. Les interesa que yo siga aquí hasta a la derecha venezolana, les interesa…. Algunos no se quieren dar cuenta, pero es así, es la realidad. Tú ves los candidatos, tú ves, ¿qué ofrecen? Eso: la desestabilización del país.”
Hugo Chávez entró a la historia. Algunos tienen prisa por juzgarlo y otros carecen de perspectiva para hacerlo. Nadie lo olvidará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario