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Por Esto!
Cien días de mentiras y simulación
Jorge Canto Alcocer
En
escasos 19 minutos, en el interior de un Palacio Nacional
herméticamente cercado por elementos militares, maquillado y peinado con
esmero, Enrique Peña Nieto repitió –con menos soltura que López Dóriga y
menos gracia que Gómez Leyva- la incontenible cantidad de mentiras que a
diario nos recetan los medios de comunicación controlados por el Estado
y las oligarquías.
Sin apenas cambiar el tono de voz, el narrador de sus propios elogios
mintió sin rubor ni reticencia. Nunca mencionó a los más de tres mil
muertos –incluido el Secretario de Turismo de Jalisco-, los actos
represivos e intimidatorios del primero de diciembre en la Ciudad de
México y capitales estatales, las crecientes amenazas contra las
comunidades zapatistas de Chiapas, los “gasolinazos”, las alarmantes y
negativas estadísticas económicas del sector industrial, las acciones de
su partido tendientes a aumentar impuestos y enajenar las riquezas
energéticas, los nombramientos de personajes siniestros y absolutamente
desprestigiados, como Osorio Chong en Gobernación, Rosario Robles en
SEDESOL, Pedro Joaquín Coldwell en Turismo, José Murat en la
coordinación del “Pacto”, Carreño Carlón en el Fondo de Cultura
Económica … y un larguísimo etcétera.
¿Cuáles son entonces los avances que cacarea el nativo de Atlacomulco?
En su plana exposición, Peña repitió inconsistentemente los términos
“presidencia democrática”, “visión y rumbo claro”, “transformación del
país”, “verdadera sociedad de derechos”, “política social de nueva
generación”, “México próspero”, “estricta política de austeridad”,
“cercanía con la gente”, entre las más destacadas.
Pero la realidad de estos cien días desmiente una a una las frases del
títere de Salinas de Gortari. Su presidencia no es democrática porque se
impuso por métodos justamente antidemocráticos; porque se ampara en
acuerdos cupulares y no en construcciones populares, desde las bases; y
porque desde su imposición ha aumentado la represión y acoso contra los
movimientos populares y democráticos.
Tampoco es posible hablar de “visión y rumbo claro”, y mucho menos de
“transformar al país”, cuando todo lo que se ha hecho en materia
económica es mantener e incluso fortalecer las políticas anti-populares y
pro-oligárquicas, sin apartarse un solo ápice de las tendencias
neoliberales que nos tienen a nosotros y a buena parte del mundo sumidos
en una espantosa crisis en lo estructural y lo ideológico.
La frase de “verdadera sociedad de derechos”, ¿se la habrá dedicado a
las víctimas de Florence Cassez? ¿A los cientos de migrantes
centroamericanos que sufren continuamente secuestros, abusos y
asesinatos? ¿A las más de tres mil víctimas mortales del crimen
organizado? ¿A los periodistas recientemente asesinados? ¿A los medios
de comunicación que han tenido que callar ante las amenazas y los
atentados?
¿Serán las dádivas de la cruzada nacional contra el hambre –una nueva
calca del salinista “solidaridad”- lo que Peña considera su “política
social de nueva generación”? ¿Hará referencia lo de “México próspero” al
aumento de multimillonarios en medio de la miseria y la degradación?
¿Cercanía con la gente? ¿Estricta política de austeridad? ¡Eso sí que
fueron chistes malos! Si cuando está de gira el “presidentito” todo un
ejército de militares y agentes secuestran las plazas públicas con el
fin de evitar protestas y momentos bochornosos al cónyuge de la
“Gaviota”, con los consecuentes gastos, multiplicados por dispendiosas
concentraciones de acarreados y demás prácticas del “nuevo” PRI.
Al término de sus palabras, Peña “amenazó” con mantener el “apasionado”
ritmo de los cien días. ¡Qué horror! ¿Significará eso que la gasolina se
elevará hasta más de 30 pesos el litro? ¿Que el IVA superará el 30 por
ciento? ¿Que los muertos del crimen organizado seguirán apilándose sin
freno? Creo que nos iría menos mal a los mexicanos si en vez de ese
“apasionado ritmo” tomara Peña las cosas con tanta tranquilidad y
sosiego como en los funerales de nuestro admirado Hugo Chávez, donde,
avergonzándonos delante de más de treinta mandatarios mundiales y
cientos de miles de venezolanos, el mentiroso funcionario se echó un
prolongado sueño. ¡Al menos así no dijo tantas mentiras y barbaridades!
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