¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Reforma de telecomunicaciones: seis alertas
Ricardo Monreal Avila
La
reforma de telecomunicaciones puede ser un paso importante para
garantizar el acceso de la población a más y mejores servicios en este
sector, siempre y cuando se cumplan los siguientes supuestos: que el
nuevo órgano regulador y los tribunales especializados sean realmente
autónomos, ciudadanizados y formados con expertos; que los monopolios
del sector realmente se desintegren y no cambien simplemente de dueños;
que el capital extranjero no se vuelva dominante en la televisión ni en
la telefonía (como sí se acota para la radiodifusión); que la nueva ley
de amparo no deje en el desamparo a los nuevos jugadores de este sector;
que la reforma sea ampliamente difundida, analizada y consultada con la
sociedad, y no impuesta por la premura de una instancia de
representación metaconstitucional, extralegislativa y plutocrática como
es el Pacto por México; y, lo más importante, que realmente se traduzca
en el acceso universal de los ciudadanos a los servicios de
telecomunicaciones (desde la radiocomunicación hasta los servicios de
banda ancha) a precios bajos y de calidad mundial.
En otras palabras, son tantas las aduanas y estaciones que deberá
transitar y cumplir esta reforma que la actitud más adecuada que debemos
asumir en este momento es la cautela vigilante y no el optimismo
exultante.
1) El IFETEL y los nuevos tribunales especializados en
telecomunicaciones y competencia económica no pueden repetir ni
reproducir los vicios que actualmente presentan el IFE, el IFAI y el
TRIFE, que de haber nacido órganos ciudadanos imparciales se han
transformado en botín político de partidos, gobiernos y grupos de
interés. El diseño institucional contemplado en la iniciativa (siete
integrantes propuestos por el presidente de la República y ratificados
por el Senado) no garantiza la imparcialidad y la ciudadanización de los
nuevos órganos. Quedan excluidos de ese diseño la sociedad civil, la
academia y los desarrolladores del sector.
2) Más que contener a los monopolios actuales e iniciar un nuevo juego,
la reforma podría terminar en una simple reasignación de fichas a los
mismos jugadores dominantes. El hecho de que Telmex pueda incursionar en
la televisión y, como contraprestación, las actuales empresas
televisivas puedan incursionar en la telefonía, no garantiza per se la
participación de nuevos jugadores, la reducción sistemática de tarifas y
la mejora en los servicios ofrecidos. En principio, los únicos cambios
que veremos son similares a los de un partido de fútbol en el medio
tiempo: el equipo que jugaba en la portería Norte ahora lo hará en el
lado Sur, y viceversa. El juego y los jugadores seguirán siendo los
mismos.
3) ¿Cuál es la razón para acotar la inversión extranjera en un 49% en
radio y dejar abierta al 100% en el resto del sector y en la
comunicación vía satelital? ¿Hay reciprocidad de trato en la legislación
de los países de origen de los capitales extranjeros que participen en
México? ¿No hemos aprendido la lección de las aperturas indiscriminadas
en la banca, en el comercio y en otros sectores donde el
desmantelamiento y el desplazamiento de los productores nacionales han
sido la regla y no la excepción?
4) En concordancia con la reciente reforma a la Ley de Amparo (artículo
129, fracción XIII) se establece que ninguna resolución de los nuevos
organismos reguladores será objeto de suspensión, sin embargo no se
contempla ningún recurso de reconsideración a las decisiones del IFETEL,
lo cual dejará en desventaja a los actores económicos del sector en
comparación con los instrumentos jurídicos que tienen a su disposición
las empresas de otras ramas económicas. Es un vicio de
inconstitucionalidad que no puede ser avalado por la misma Constitución
al incorporarse a su texto.
5) Una reforma tan importante para los ciudadanos no puede ser aprobada
sin la participación, el análisis y la consulta con ellos. Más allá de
los integrantes del Pacto por México (una instancia de representación
voluntaria extraconstitucional, no vinculatoria para el Poder
Legislativo ni para ninguno ciudadano que no forme parte de este
mecanismo de negociación política), la iniciativa no ha sido debidamente
conocida, difundida ni analizada por los ciudadanos, los expertos, los
académicos y los mismos prestadores de servicios. Si la iniciativa es
tan buena para los ciudadanos, ¿por qué la prisa de aprobarla a espalda
de ellos? Al menos la ley reglamentaria deberá ser producto de una
amplia consulta ciudadana, con especialistas, académicos, asociaciones
de profesionales, prestadores de servicios y consumidores en general. No
se pueden combatir los monopolios económicos de facto con otra decisión
de facto y unilateral de una representación política
supraconstitucional, como es el llamado Pacto por México.
6) Por último, la bondad o pertinencia de la reforma de
telecomunicaciones (combate a los monopolios, apertura del sector al
capital extranjero, derecho constitucional a internet, órganos y
tribunales reguladores autónomos, nuevas empresas prestadoras de
servicios, etc.) se medirá únicamente en función de dos indicadores:
mejor calidad en los servicios ofrecidos a los consumidores (por
ejemplo, que no se corten las llamadas de celular hasta cuatro veces en
una sola conversación; un internet más rápido, etc.) y precios más bajos
que los actuales (similares a los de países que son nuestros socios
comerciales).
Si esto último no se logra en un corto plazo y de manera sostenida, la
reforma de telecomunicaciones habrá terminado en un espejismo más de los
muchos que ya existen en nuestra vida pública en materia de apertura,
competencia y autonomía de gestión, donde suelen ofrecerse liebres de
orejas y colas blancas, que después terminan siendo los gatos y la mano
negra de alguien.
Por ello, frente a la reforma, lo conveniente es mucha cautela y poca exaltación.
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx
Twitter: @ricardomonreala
No hay comentarios:
Publicar un comentario