martes, 12 de febrero de 2013

PRI autoritario, corrupto y su impunidad

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Una transición hacia la antidemocracia
Jorge Canto Alcocer

En julio de 1988, el PRI-gobierno realizó uno de los fraudes electorales más graves y escandalosos de nuestra historia. Con los ánimos caldeados en gran parte del país, Salinas de Gortari encomendó a Manuel Camacho Solís llevar a cabo negociaciones soterradas con las fuerzas políticas despojadas, comprometiéndose a llevar a cabo una reforma profunda y definitiva, que permitiera al fin el alumbramiento de la democracia en México.

Unos pocos meses después de la toma de posesión salinista, la promesa pareció comenzar a cristalizarse, cuando Ernesto Ruffo Appel y el PAN bajacaliforniano obtuvieron la primera gubernatura opositora. Durante el resto del sexenio, los triunfos azules menudearon, si bien contra la oposición de izquierda, que se negó a reconocer a Salinas como presidente, la mano dura se perpetuó un tiempo más.

Fue hasta el gobierno de Zedillo Ponce de León cuando llegaron los éxitos a los antiguos comunistas y socialistas. Al finalizar 1997, los principales líderes izquierdistas gobernaban la capital nacional y la Cámara de Diputados, así como algunas otras entidades, como Guerrero, Michoacán, Tlaxcala y Zacatecas.

El siguiente paso pareció el definitivo: en julio de 2000, el PAN y Vicente Fox obtuvieron un triunfo holgado e indiscutible en los comicios presidenciales. Muchos miembros de la élite priísta se refugiaron en la iniciativa privada, otros optaron por un retiro “dorado”, otros más se subieron al triunfador carro del foxismo.

Pero la esperada debacle del régimen nunca llegó. El PAN y Vicente Fox comprendieron rápidamente que era mucho más fácil y productivopara sus bolsillos, por supuesto- mantener un sistema corrupto y autoritario, en el que la impunidad, el compadrazgo y el corporativismo se encargaban de la continuidad, y olvidaron sus planes de transformación y limpieza. Y ya encandilados por el poder y mareados por los cantos del salinismo, Fox y el panismo emprendieron la antidemocrática cruzada contra Andrés Manuel López Obrador, un político rara avis, que había mantenido la congruencia, la honestidad y el compromiso popular a lo largo de una trayectoria que ya para esos entonces llegaba a los veinte años. Así pasamos de la promesa de la alternancia, nacida justo de un enorme fraude electoral, a la conspiración antidemocrática para perpetrar, en 2006, un nuevo fraude a la voluntad ciudadana.

Los seis años de Calderón fueron una atroz pesadilla, agravada día con día por la estulticia, la terquedad y las adicciones del espurio, errores todos cultivados, apapachados, por un PRI que se sabía con grandes oportunidades de retorno al poder presidencial. Sin dejar nada a la suerte, sin embargo, los otrora “invencibles” decidieron aunar al desprestigio del alcohólico mandatario y su corrupta administración, un candidato atractivo, una novedosa estrategia de financiamiento ilegal, así como las consabidas alianzas con los poderes mediáticos y económicos en general.

Como sabemos, todas esas armas, desplegadas a lo largo de una campaña electoral de años, no fueron suficientes: a última hora Peña logró tener más votos en las urnas debido al fraude a la antigüita, incluido el relleno de urnas, la falsificación de boletas, la retención de credenciales, el reparto de despensas, el acarreo de votantes y mil y una triquiñuelas más.

Salinas prometió a la oposición permitir la verdadera democracia hace ya casi 25 años, pero, como hemos visto, todos los caminos se han torcido, y hoy somos una sociedad más injusta, más antidemocrática y más caótica que en el ayer. Peña promete y sonríe, pero atrás de los reflectores la porquería nauseabunda se desparrama. Accidentes como el de PEMEX, “confusiones”, como la de los asesinatos de los “escoltas” del procurador de Morelos, “gasolinazos” y la cada vez más cercana alza y generalización del IVA nos van confirmando que las cosas en lo administrativo y en lo económico no van mal, sino peor. Es el reino de la antidemocracia y la impunidad. ¿Hasta cuándo despertaremos? 

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