¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Dos renuncias, dos historias distintas...
María Teresa Jardí
No sé si la jerarquía de la Iglesia Católica sea capaz todavía de
encontrar una salida más digna. Quizá no la tiene a futuro ninguna
religión. Quizá en un futuro no tan lejano y de prevalecer el animal
humano sobre la Tierra regrese el hombre a poner en el centro de su vida
a la conciencia.
Ratzinger no debió ser elegido como Papa. Renuncia un Papa protector
—como su antecesor— de curas pederastas. Se va Ratzinger. Qué bueno.
Aunque se queda Sodano e igual no son buenas las nuevas ni para esa
Iglesia ni para el mundo.
Mundo que, en todo caso, necesita una Iglesia mucho más cercana a Juan
XXIII. El regreso a la Teología de la Liberación y la renuncia de la
jerarquía —si se trata de que la Iglesia Católica prevalezca de manera
digna— a la cercanía con las empresas transnacionales que hoy también
dominan a los jerarcas de esa iglesia.
Renuncia un Papa que no debió ser elegido como tal empezando por su
innegable pasado nazi. Un Papa que deja abierta la caja de Pandora, que
con el caso Maciel a la cabeza, no va a volver a ser cerrada. Ratzinger
no era tampoco el adecuado porque él también estaba involucrado en el
encubrimiento a los curas pederastas. Renuncia Benedicto XVI cuestionado
incluso por las filtraciones sobre cuestiones íntimas hechas por sus
más cercanos colaboradores. Renuncia quien es también ejemplo de lo
podrida que se encuentra la jerarquía de esa Iglesia...
Pero aunque no se crea en los milagros la Iglesia Católica aún podría,
con un nuevo acertado nombramiento, escribir sobre ella un buen
epitafio.
Comentando otro caso, defendí su postulación como consejero del IFE
recordando aquellos tiempos en los que con Juan Pablo de Tavira —cuyo
crimen atroz continúa impune, por cierto— se empeñaba en la creación de
una cárcel humanista. Me equivoqué. De aquel Sergio García Ramírez, ya
no quedaba nada.
“Voto a favor del fraude y me voy, señores...”, es el chiste del día.
“Voto a favor de los que me compran. Justifico a mis amigos la entrega
de dinero ilícito para la compra de la pobreza que obliga a la venta de
votos. Voto y me voy sin vergüenza. Están equivocados los que continúan
aspirando a que la ética sea la regla. Voto y me voy, es el trato, y lo
cumplo de manera rauda. El IFE ya se sabe que también es una mierda. Ni
siquiera me siento obligado a fingir un malestar o un dolor de cabeza.
En México el pueblo no cuenta. Ya nos encarga el PRI de hacerle, cada
día, saber al pueblo que incluso sus vidas se encuentran en nuestras
manos. Lo equivocado era el pretender que contaban hasta los presos, en
tanto seres humanos que podían, cuando eran culpables, reivindicarse
para de nuevo insertarse sanos a la sociedad generosa que los
perdonaría. Tonterías. Las cárceles son para que paguen los componentes
miserables de la sociedad por dejarse convertir en pobres... Como y me
retiro...”.
La última frase bien puede ser el epitafio adelantado de quien alguna vez hasta se soñó jurista.
La renuncia de Sergio García Ramírez es el ejemplo perfecto de cómo la
amoralidad se ha ido convirtiendo en regla de la clase política, que se
ha tornado, casi mayoritariamente, en inservible, por irredenta.
Con la Iglesia se verá lo que pasa.
Del antaño jurista se puede adelantar que ante Caronte se va a presentar
con su enorme desprestigio como el único bagaje que le queda. Las
Hades, del desprecio como político, lo están esperando como su única
certeza sobre el futuro que, como memoria, la muerte trasciende. Es
obvio que no le importa. Pero también lo es que de tanto en tanto
recordará que otras pudieron ser sus elecciones y otro el recuerdo que
lo consignara como parte de la historia.
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