viernes, 12 de octubre de 2012

Propongo al Doc.Rivera Ortiz a la Belisario

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Los Senadores y Don Belisario
Por Alberto Híjar

Cumplió 99 años de asesinado el médico Belisario Domínguez, quien dio a conocer su repudio al dictador Victoriano Huerta. De nada le valió ser senador ante el golpista. Otro médico, Aureliano Urrutia, le cortó la lengua y se la envió en un frasco al dictador. Un diputado, Manuel Reyes, escribió un Yo acuso a Henry Lane Wilson, embajador de Estados Unidos, y logró sobrevivir al golpe de Estado del 6 de febrero de 1913. El diputado Serapio Rendón es otro valiente porque denunció y salió a la calle a organizar al pueblo, pero fue capturado y asesinado en un cuartel de Tlanepantla.

Debaten los senadores a quién entregar la medalla con el nombre y la efigie del valiente senador chiapaneco y enlistan para ello a escritores con carrera universitaria, a políticos al servicio de los gobiernos y al médico Manuel Suárez, ciertamente reconocido por sus colegas por sus servicios a la salud pública. Ninguno de estos candidatos emula la resistencia política de don Belisario, Serapio Rendón y Luis Manuel Reyes.

Hay al menos dos médicos dignos de reconocimiento. Uno es el doctor Mario Rivera Ortiz, organizador de los estudiantes socialistas de Guadalajara en los 50 y dirigente de la Juventud Comunista de allá y luego en el Distrito Federal, donde también ocupó cargos en el Comité Central del PCM. Figura entre los inculpados de disolución social a raíz del enfrentamiento del primero de mayo de 1952 contra la Policía Judicial a un costado de La Alameda donde fueron asesinados el artesano y estudiante del IPN Luis Morales y otros dos obreros y un estudiante. Los jóvenes comunistas capturaron a un agente y lo fueron a aventar al pie del balcón central del Palacio Nacional para sufrir de inmediato captura y encarcelamiento. Hay una bella foto del doctor tocando el violín en la crujía H de Lecumberri. Su libro Columnas contra cordones, narra lo ocurrido con excelente prosa. Alerta a la verdad histórica, el doctor aclaró a La Jornada en junio de 2003, la foto donde aparece Carlos Salazar Puebla, el policía criminal golpeado por los indignados manifestantes que fueron acusados en las habituales campañas de desprestigio como la de entonces incluyente de Martín Luis Guzmán y su revista Tiempo. Siempre alerta, hasta el análisis minucioso de las elecciones de 2012 con una reflexión de clase y un conteo preciso para probar que ganó una minoría, el autor de Los Despobladores, es también autor de El secuestro de José Guadalupe Zuno, un capítulo de la lucha guerrillera de 1974, donde reivindica la figura del distinguido jalisciense que tuvo la desgracia de ser suegro de Luis Echeverría, a quien repudió. Durante veinte años continuos publicó con su compañera, la cardióloga Carlota Guzmán, el boletín Medicina y Sociedad firmado por el Círculo de Estudios Ismael Cosío Villegas. Las actividades del Movimiento Médico obligaron al exilio a los jóvenes especialistas que encontraron en Cuba las contradicciones de un proceso revolucionario al que se incorporaron no sin vencer dificultades con su alta calidad profesional y su entrega revolucionaria. El Cuini tiene bandera da cuenta de todo esto con el título de una canción en boga en los primeros años del triunfo del pueblo cubano. La excelencia de las cirugías de tórax le valieron al doctor Rivera importantes reconocimientos. Como todos sus libros, el dedicado a los años en Cuba, es ejemplar en la crítica del lugar de Cuba en América y el mundo, las dificultades y recursos del proceso revolucionario y lo más revelador de la vida hospitalaria y militante hasta 1966 cuando regresaron a México.

El Fracaso de la Revolución Democrática de Liberación Nacional, narra el proceso que lo expulsó del PCM junto a distinguidos militantes opuestos a congraciarse con el gobierno después de la brutal represión del Movimiento Ferrocarrilero y de la prisión política a distinguidos dirigentes como Campa, Vallejo y Siqueiros. De su archivo personal, extrae el doctor importantes documentos que a estas alturas son una denuncia de las debilidades del PCM infiltrado por el oportunismo, incluyendo a algunos aliados que acabaron con altos puestos en el Estado. Para entender lo ocurrido entre 1960 y 1965, nada mejor que los textos del médico graduado de doctor en Ciencias Sociales por la UAM, cuando cumplía 80 años, con una excelente tesis biográfica sobre el Movimiento Estudiantil en Jalisco desde los 40 y hasta las consecuencias hoy por hoy concretadas en el relumbrón de la Feria Internacional del Libro. El estudiantado, una nueva clase social, es tan importante, que el Colectivo Voz Nómada del movimiento Yo Soy 132 le ha grabado una larga entrevista como clave para impulsar la reflexión sobre el lugar histórico de los estudiantes.

Amigos entrañables, los doctores Rivera y Guzmán y Felipe Martínez Soriano, comparten la necesidad de construir la democracia plena. El médico y profesor Martínez Soriano destacó hasta alcanzar la rectoría de la Universidad de Oaxaca lo eligieron en asamblea los maestros y estudiantes en proceso de autogestión. Desde entonces, la elección del rector en Oaxaca es por votación directa y secreta luego de la presentación de proyectos de los candidatos en la asamblea universitaria. El doctor Martínez Soriano, desde los 70, asumió el descubrimiento de que los estudiantes vienen desde ciudades y comunidades de casi todo Oaxaca, por lo que se hicieron habituales los apoyos y solidaridades con los muy necesitados y urgidos. De aquí nació el Movimiento Democrático Independiente, Unión del Pueblo y luego el Frente Nacional Democrático Popular cuando el doctor y su esposa Josefina recorrían México. A raíz de la ejecución de unos policías que emboscaron a militantes del PROCUP-PDLP el 23 de octubre de 1990 en la puerta de La Jornada, el doctor que permanecía en huelga de hambre en la Plaza de la Solidaridad en un costado de La Alameda Central, fue aprehendido y encarcelado por ocho años. Gocé cuando en la Asamblea General de la APPO en 2006, mencioné su nombre que fue aclamado mientras él y su compañera Josefina agradecían el improvisado y largo aplauso. Como todo preso político, su deteriorada salud no le impide mantenerse activo y luego de sufrir una operación, publicó un libro de memorias.

Mario Rivera Ortiz, Felipe Martínez Soriano y alguien más entre los médicos adentrados en lugares sin clínicas ni farmacias ni hospitales para involucrarse en la construcción de la salud integral y no sólo la opuesta a la enfermedad, serían candidatos a la Medalla Belisario Domínguez si hubiera dignidad y conocimiento histórico en el Senado de la República. Pero no los hay. Hay seguidores de aquellos que acompañaron a Díaz Ordaz a inaugurar la Olimpiada de la Paz el 12 de octubre de 1968.

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