“Acorralar” a las instituciones, la ruta juvenil
MÉXICO, D.F. (apro).- Demasiadas pruebas, indicios, documentos y
registro de eventos tienen en su poder el IFE, Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Secretaría de Hacienda (SHCP) y
Procuraduría General de la República (PGR) que confirman la existencia
de “lavado” de dinero en la campaña presidencial del priista Enrique
Peña Nieto.
La operación, planeada con sumo cuidado por lo menos
desde hace cinco años, hoy empieza a brotar por doquier. Personajes,
como por ejemplo, “respetados” empresarios nacionales o de ascendencia
extranjera, políticos, banqueros, exgobernadores y ejecutivos estatales
en activo aparecen en la obtención, triangulación y distribución de
recursos de procedencia ilícita. Es decir, lavado de dinero.
Hay
que entender que el “lavado” de dinero no es sólo el que proviene del
narcotráfico, pues existen 21 delitos más que se enmarcan en esta
ilegalidad.
Para llevar a cabo esa actividad ilegal se requieren
expertos financieros, contactos en bancos, amigos que estén dispuestos a
prestar o constituir sus empresas para triangular el dinero. Y eso fue
lo que sucedió en la campaña de Peña Nieto, según documentos expuestos
ante la opinión pública.
De la compra y coacción del voto todos
los mexicanos hemos tenido noticias y pruebas. Algunos lo creen, otros
no. Para clarificar el caso están las autoridades: PGR, Hacienda e
Instituto Federal Electoral (IFE), quienes son los primeros en tener
conocimiento o al menos indicios de que en algún momento se empieza a
gestar el “lavado” de dinero.
Sin embargo, para que las
autoridades en México hagan su trabajo primero deben tener amor por su
país, convicciones, la búsqueda del servicio a la sociedad y hacer a un
lado intereses personales.
Pero la verdad es que eso no ocurre en su totalidad y en México no hay respeto a la ley.
La
afirmación se hace porque se vive a diario. Porque desde que arrancó la
campaña presidencial, y aun desde antes, se ha palpado y visto el abuso
y la corrupción en que se incurrió para ubicar a Peña Nieto como el
candidato del PRI y luego como el “candidato ganador”.
El IFE no
cumplió su tarea durante la campaña y tampoco la Fiscalía Especializada
en la Atención de Delitos Electorales (Fepade) lo hizo durante la
jornada electoral; aún hoy, los funcionarios de ambas instituciones no
han mostrado entereza, honradez y respeto por la ley.
No han hecho
nada que valga la pena, nada que avale lo que la gente vio y vivió: una
elección comprada, un rebase de topes de campaña, una complicidad de
los medios de información, un desdén hacia su país.
Incluso los
políticos de “oposición” al viejo régimen terminaron sumándose por unos
cuantos pesos a Peña Nieto. Los políticos comprados y las instituciones
miopes, que operan con una lentitud cómplice.
Hay datos que
revelan el porqué, a pesar de todas las pruebas expuestas, el IFE no
actúa. Uno: el encargado de fiscalizar a los partidos políticos, de
investigar las denuncias contra Peña Nieto, es el joven Alfredo
Cristalinas Kaulitz, quien viene del Sistema de Administración
Tributaria (SAT) de Hacienda, y laboró ahí desde 1999 hasta 2009, año en
que arribó al IFE.
Pues bien, su jefe en el SAT fue nada menos
que Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, actual titular del SAT y quien desde
el 5 de julio de 2008 está en el cargo.
Sólo hay que recordar que
Gutiérrez Ortiz Mena es sobrino nieto del exsecretario de Hacienda
priista, Antonio Ortiz Mena; no por ello debiera ser proclive a ese
partido, sin embargo, hace un año dio muestras de que gusta de la
cercanía de ellos y de ofrecerles información.
Para sustentar lo
anterior, basta recordar la reunión que mandatarios y legisladores del
PRI sostuvieron en la Hacienda Los Morales el 13 de junio de 2011 para
discutir los embates del panismo y la existencia de “expedientes negros
contra gobernadores y exgobernadores priistas”.
Para aclarar el
tema, servicialmente el titular del SAT, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena,
acudió al encuentro para darles santo y seña de los ya famosos
expedientes.
Se esperaba la llegada de la procuradora general de
la República, Marisela Morales, pero ésta se disculpó, pues otro afán la
traía preocupada: la cercana liberación del también priista Jorge Hank
Rhon.
La celeridad con que algunas autoridades actúan a petición
de los priistas es hoy más que evidente. Un dato más, en la SHCP, que es
la responsable de la Unidad de Investigación Financiera y especializada
en detectar lavado de dinero, no ha actuado en este caso.
Cierto
es que en un inicio, cuando apareció el mexicano-estadunidense José Luis
Ponce de Aquino y denunció que el PRI le quedó mal al incumplir un
contrato por 56 millones de dólares para promocionar la figura de Peña
Nieto, abrió una indagatoria.
Después del 15 de junio pasado,
Hacienda detectó la ruta del dinero ilegal, de dónde salió y cómo se
distribuyó; sin embargo, así como la inició así determinó darle
carpetazo.
La orden no se sabe de dónde llegó pero se presupone su origen.
Del
TEPJF, pues ya hasta da pena, al igual que de los consejeros del IFE
por su predisposición a justificar todo acto priista y no sancionar. De
ello dio cuenta el reportero de Proceso Jorge Carrasco.
La
evidencias de cómo se obtuvo el dinero para la campaña de Peña Nieto,
de cómo se rebasó el tope de campaña y de cómo actuaron reconocidos
empresarios están a la vista de todos. Sólo las autoridades no las ven.
El
poder contra el que luchan quienes buscan la invalidez de una elección
sucia es más grande, pero podría convertirse en mucho más imponente la
indignación, el coraje y la defensa del país de quienes salen a las
calles y se pronuncian por el antipeñismo.
Los poderes le apuestan
al desgaste, los indignados, los que no votaron por Peña Nieto, a la
lucha. Y son muchos, no sólo son los llamados trasnochados izquierdistas
o simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, o aquellos que están
decepcionados del PAN, son muchos más, son los jóvenes que están
saliendo a las calles.
En esa generación está la esperanza, son
ellos quienes tienen más fuerza para aguantar el desgaste a los que los
está sometiendo la autoridad, las instituciones y sus funcionarios.
Así,
mientras muchos “de izquierda” hoy se suman a Peña Nieto porque ya no
tienen fuerza para luchar, los jóvenes están haciendo su trabajo y
exigiendo que se limpie esta porquería de elección que vivimos. Bien lo
dijo Andrés Manuel López Obrador, que a ellos les pasaba ya la estafeta.
La
única solución, pacífica por supuesto, es que mientras el movimiento
actúa por su lado e interpone los recursos legales necesarios, del otro
está quien lo refuerza, los jóvenes que sólo “rodeando las
instituciones” pueden darle un giro a lo que por momentos parece
inminente: la llegada de Peña Nieto al poder y con él todos los que
aportaron para la compra de la Presidencia de la República.
Si la
vergüenza de este país son muchos de sus políticos, el aliento es esta
nueva generación que está en su derecho y obligación de “presionar” al
límite a las instituciones y evitar con ello la obscena imposición. Y
por supuesto, a su lado, los reporteros, las organizaciones sociales, de
asalariados, indígenas, activistas, gente sin partido, empresarios
honestos… mexicanos hartos de tanto abuso y descaro, tratados como
ignorantes por la gente del poder mal habido.
Si de aquí al 6 de
septiembre las autoridades no aceptan todas las evidencias que por la
vía institucional se presentan, sin duda la inconformidad irá en
aumento…
Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx
Twitter: @jesusaproceso
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