domingo, 12 de febrero de 2012

Vaya que fue sucia de principio a fin

¡¡Exijamos lo Imposible!!
La elección panista: una historia de traiciones
Álvaro Delgado

La elección de la candidata presidencial del PAN fue sucia de principio a fin, tal como lo denunciaron y documentaron panistas de los equipos de campaña de los tres precandidatos: espionaje, amenazas, agresiones, urnas robadas o embarazadas, acarreos “majaderos”, compra de votos… y sobre todo “traiciones”. Aun así, luego de los berrinches y corajes los candidatos blanquiazules perdedores (Cordero y Creel) se disciplinan y cierran filas en torno a la elegida Josefina Vázquez Mota, la candidata de El Yunque y tambiénsegún Manuel Clouthier Carrillo– 
de Felipe Calderón.

La tarde del domingo 5, antes aun de que cerraran los centros de votación que instaló el Partido Acción Nacional (PAN) en todo el país y cuando ya era irreversible la victoria de Josefina Vázquez Mota, una palabra anidó en las cabezas de los operadores de Ernesto Cordero: “Traición”.

No había otra explicación a lo ocurrido en varios estados estratégicos con los que contaba Cordero Guanajuato, Jalisco, Baja California y el Distrito Federalpara vencer a Vázquez Mota en la primera vuelta, como el equipo de ésta temía aún la víspera de la jornada en la que el blanquiazul eligió candidata presidencial.

Las cifras ofrecidas a Cordero por los gobernadores Juan Manuel Oliva, Emilio González Márquez y José Guadalupe Osuna, así como por operadores como Miguel Ángel Yunes y Hernán Cortés Berumen, eran completamente opuestas a la realidad.

Desde las 14:00 horas las cifras de las encuestas de salida eran rotundas: Vázquez Mota tenía 53 puntos, Cordero 38 y Santiago Creel 9. Los mismos resultados los tenían uno y otro equipo.

El reportero consultó esos números con Maximiliano Cortázar, vocero de Cordero, hacia las 15:00 horas, pero él, como otros, enmudeció desde entonces. Lo quehubo fue cruce de llamadas entre los equipos.

Una de ellas fue la que Abraham González Uyeda, operador de Cordero y de Calderón en 2006, le hizo a Jorge Ramos Hernández, coordinador de la estrategia territorial de Vázquez Mota, para reconocer la derrota de su jefe, que ya entonces estaba fuera de .

Cordero estaba encolerizado y recriminó con palabras ásperas a varios de los operadores por no haber cumplido. Furioso, se negaba a reconocer la victoria de Vázquez Mota, que pasadas las 19:00 horas recibió la llamada de Felipe Calderón para felicitarla.

“Cordero no quiere salir a reconocerla”, decía Alejandro Vázquez Cuevas, uno de los artífices del triunfo de Vázquez Mota, a quien más tarde, en la sede del PAN, el exsecretario de Hacienda le levantó el brazo con un semblante que no era de tristeza, sino de rabia.

La elección interna del PAN exhibió no sólo los juegos de poder, desafíos a Calderón y traiciones, en particular de los gobernadores y operadores identificados como militantes de la organización ultraderechista El Yunquecuyo nuevo jefe general, Guillermo Velasco Arzac, alias Jenofonte, es cercano amigo de Vázquez Mota–, sino el empleo extendido de mecanismos de defraudación electoral.

Los manejos sucios ocurrieron antes y durante la jornada, según los propios panistas de uno y otro equipo: Compra y coacción de votos con recursos públicos y privados; acarreo de electores afiliados corporativamente; entrega de dádivas, entre ellas miles de despensas a los afiliados pobres; robo de urnas y hasta balazos.

Pero la “operación” no le alcanzó a Cordero: Identificado como el delfín de Calderón, por haber sido arropado no sólo por la estructura del gobierno federal sino por los familiares del mandatario entre ellos Luisa María Calderón, Juan Ignacio Zavala y Mariana Gómez del Campo–, duplicó los votos que le atribuían las empresas encuestadoras pero no alcanzó a forzar siquiera la segunda vuelta.

Éste era el escenario menos optimista cuando, en diciembre, Francisco Conejo se hizo cargo de coordinar la campaña de Cordero, y aseguró al reportero que su misión era remontar la desventaja, igual que su amigo Calderón lo hizo seis años antes ante Creel.

Cimbrado por la derrota, que allegados suyos atribuyen a traiciones, Conejo reconoce ahora que gobernadores y otros operadores electorales no cumplieron su palabra, pero es cauteloso. “Hubo quienes faltaron a sus compromisos pero también alguien tenía más capacidades de lo que en realidad demostró”.

¿Hubo traición?

Yo no lo calificaría así. Hay resultados que no se esperaban, pero no los llamaría traiciones.

El Yunque triunfador

Guanajuato es el emblema de la traición que, en voz baja, los corderistas aseguran que existió: El gobernador Juan Manuel Oliva, quien hizo ganar en las internas locales a su candidato a sucederlo, Miguel Márquez Márquez, había ofrecido a Cordero arrasar, pero perdió dos a uno ante Vázquez Mota: 16 mil 500 contra 7 mil 700.

Y fue precisamente Guanajuato el estado con el que Vázquez Mota inauguró, el jueves 9, la gira de la unidad. En León, Oliva le prometió 1 millón 200 mil votos para la elección presidencial y, en aparente alusión a Cordero, se ufanó con un verso de la canción Camino de Guanajuato, de José Alfredo Jiménez: “Aquí se apuesta la vida y se respeta al que gana”.

Otro dato: Carlos Medina Plascencia, amigo de Vázquez Mota y retirado de la política desde que fue derrotado por Manuel Espino en sus aspiraciones de encabezar al blanquiazul, en marzo de 2005, emitió su público respaldo a Márquez Márquez, miembro de El Yunque y al que atribuye su desgracia.

En Jalisco ocurrió algo semejante: en las internas panistas locales, el gobernador Emilio González Márquez hizo triunfar a su secretario de Gobierno, Fernando Guzmán Pérez-Peláez, pero en esa entidad Cordero perdió tres a uno: Apenas 3 mil 900 por 12 mil 800 de Vázquez Mota.

Como los gobernadores de Guanajuato y Jalisco, el de Morelos, Marco Antonio Adame, es otro prominente militante de El Yunque, pero él no se comprometió con Vázquez Mota o Codero, sino con los dos: Su esposa, Mayela Alemán, quien quiere ser senadora, respaldó a la primera, y su hijo Juan Pablo, al segundo.

Así, González Márquez y Oliva lograron hacer ganar a quienes desean que sean sus sucesores, mientras que Adame logró que su hijo sea diputado federal, como lo aprobó el Comité Ejecutivo Nacional la noche del miércoles 8.

Hubo otros estados con los que Cordero apostaba a su triunfo: En Baja California, el gobernador José Guadalupe Osuna, amigo de Calderón, le prometió la victoria, pero el exsecretario de Hacienda obtuvo mil 900 votos, y la diputada con licencia, 6 mil 400.

En Coahuilacuyo máximo líder panista es el senador Guillermo Anaya, compadre de Calderón–, la votación para Vázquez Mota fue también contundente: 8 mil por apenas 2 mil para el exsecretario de Hacienda.

El expriista Miguel Ángel Yunes le prometió a Cordero arrasar en Veracruz, pero sólo le consiguió 21 mil 700 votos, contra 28 mil 500 de Vázquez Mota, con 10 mil sufragios presuntamente fraudulentos en Tantoyuca, actualmente en litigio.

De los 32 estados Cordero sólo ganó en siete, entre ellos Puebla, donde tuvo el apoyo del gobernador Rafael Moreno Valleaunque en la capital el alcalde yunquista Eduardo Rivera Pérez hizo triunfar a Vázquez Mota–; Sonora, cuyo gobernador, Guillermo Padrés, cumplió su palabra de hacerlo ganar ahí y operó en otros 22 estados, y Nuevo León, aunque al alcalde de la capital, Fernando Larrazabal, casi lo iguala la votación de la legisladora.

En todos esos estados, sin embargo, hubo una inusitada movilización de militantescomo se le denomina al acarreo de votantes, sobre todo los de condición humildey otras acciones que se han arraigado en las contiendas internas del PAN.

Josefina, la oficial
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