Álvaro Cepeda Neri
Quienes conocen de cerca a Felipe
Calderón aseguran que es capaz de todo, máxime cuando hasta sus propias
encuestas le advierten que el Partido Revolucionario Institucional (PRI)
es el objetivo a vencer; ya sea en las urnas… o al suspender las
elecciones, para no entregarle el poder presidencial desanclado del
antiguo régimen y, tras la fracasada alternancia, sin un punto de apoyo
para su modernización. Los cambios en la Procuraduría General de la
República (PGR), en la secretaría de Seguridad Pública y el discurso del
titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, Guillermo Galván
Galván, son las garras calderonistas para presionar la sustitución del
precandidato del PRI (lo cual puede hacerse hasta finales de marzo
próximo), pues Enrique Peña Nieto se le ha ido de la lengua al decir que aparte de la demanda en la Corte de la Haya, a Calderón le podría esperar el juicio político en nuestro país.
Sólo los muy demócratas acatan las reglas, entre éstas las
electorales para, haya o no reelección (fuera de México, éste es un
recurso esencial al juego democrático) entregar los poderes Legislativo y
Ejecutivo a los vencedores en las urnas. Y Calderón es todo lo
contrario. Así que urde 1 mil y una trampas para no entregarle el cargo
(que muy mal ha desempeñado) a Peña, al que trae entre ceja y ceja.
Para esto ha desempolvado viejos expedientes penales y fiscales de
connotados priístas del antiguo régimen que abrirá de aquí a las
elecciones. Subestima al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y su
candidato, no obstante que Andrés Manuel López Obrador puso a Calderón contra la espada de nuevas elecciones en 2006, y la pared
de una ilegitimidad que lo acompañó después de que él, el Instituto
Federal Electoral (de Elba Esther Gordillo y el ahora banquero-consejero
en Banorte, Luis Carlos Ugalde), el Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación y la Suprema Corte de Justicia de la Nación se
opusieron a contar nuevamente los sufragios.
A Calderón le da rabia y pánico entregar el cargo
presidencial a la oposición y quedar como el que llevó al Partido Acción
Nacional a su derrota; así que ha dejado entrever la posibilidad de
criminalizar las elecciones del 1 de julio próximo, para tratar de
suspenderlas y en una de esas, impulsar el golpe militar e impedir que
el PRI o el PRD triunfen. Ambos finalmente se verán la cara por la
competencia presidencial, pues el PAN con Josefina Vázquez Mota no levantará vuelo
a pesar de las amañadas encuestas. Pero ya que no le queda de otra, la
fortalecerá con una campaña antimachista, al movilizar el sector
femenino con la carnada de que, siendo mayoría aplastante en el padrón,
es hora de tener una presidenta (sobran los ejemplos), no obstante que
ésta es igual de mediocre que Peña.
Calderón acorralado prefiere otro candidato en el PRI, pero si ve
que es imposible y éste llega al umbral, querrá hacerle al Zedillo y
darle la Presidencia a López Obrador, siempre y cuando éste jale al
electorado rural y semiurbano, a los pobres, al repetir o acercarse a
los casi 15 millones de votos de hace un sexenio. Mientras tanto, se le
seguirá atravesando al PRI-Peña. Y usando a la PGR, a las secretarías de
Gobernación, Seguridad Pública, Hacienda y Crédito Público, Defensa
Nacional, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional y buscará el dinero sucio de personajes, dentro y fuera del país.
*Periodista
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